Hoy en Sesión doble, vamos con dos películas propagandísticas de los años 40. Ambas, además, tienen a Gangsters o presidiarios (cine negro) por protagonistas. Una rara combinación que se llegó a dar en el cine de aquella época que buscaba nuevos rumbos para narrar la guerra patrióticamente. Una de las historias puede que influyera en Tarantino en el rodaje de "Malditos Bastardos", mientras que la otra es más cine negro y de espionaje en EEUU.
Hitler: Vivo o Muerto (Nick Grinde)
¿Os imagináis a un rico poniendo precio a la cabeza de Hitler en plena II Guerra Mundial? Con esa premisa parte esta Serie B rodada en los años 40 donde tres gangsters estadounidenses deciden aceptar el reto de capturar a Hitler, vivo o muerto. Tres hombres peligrosos sin nada que perder que se alistan para conseguir billete a Gran Bretaña y, una vez allí, saltar en paracaídas en territorio alemán.
Sin destripar una trama bastante floja, toca destacar el mensaje final de la película. Nuestros villanos acaban convertidos en héroes en cierta manera al acabar queriendo matar a Hitler no por el dinero que conseguirán, si no por acabar con el Tercer Reich y el nazismo. Al mismo tiempo, ese final donde un oficial alemán mata conscientemente a Hitler (sin bigote) para hacerse él con el poder, para ver posteriormente como fusilan a niños, deja a las claras que el nazismo no se acaba con Hitler, es mucho más grande.
Película propagandística que merece la pena visionar por su curioso título y por ese tono humorístico (¿Directo o indirecto?) que logra a lo largo de la producción. Eso sí, habiéndola visto hace casi una década y habiéndola vuelto a ver actualmente he de reconocer que la película es peor de lo que la recordaba, tocando mencionar la secuencia del bombardeo, un escenario cutre donde los haya con una silla que canta a la vista pretendiendo ser el sillín donde se sienta un piloto de un bombardero, casi nada. Eso sí, tiene algunos detalles que la asemejan a "Malditos bastardos" de Tarantino.
En primer lugar, el título y la trama dejan claro que la película es pura ficción y le importa poco saltarse a la torera los hechos históricos, al igual que el film de Tarantino. En segundo lugar, aquí tenemos una duquesa que acaba siendo colaboradora de los aliados, al igual que en la película de Quentin teníamos a una famosa actriz alemana en un rol similar. Aquí tres protagonistas se disfrazan de músicos para colarse en una fiesta de Hitler, mientras en "Malditos Bastardos" se hacen pasar por artistas del mundo del celuloide para ir a la Premiere. Por último, destacar la secuencia en la que el protagonista afeita el bigote a Hitler, siendo inevitable recordar como Aldo Raine (el personaje interpretado por Brad Pitt) marcaba con una esvástica las frentes de los oficiales alemanes que dejaba vivos.
Nota: 4,5
A Siete millas de Alcatraz (Edward Dmytrik)
Serie B de la buena, de la de no buscar nada más que pasar el rato. Dos presidiarios son los protagonistas de esta película que apenas supera la hora de duración. Rodada por un director que dedicó mucho cine a la Segunda Guerra Mundial durante y después de la contienda (La Batalla de Anzio, por ejemplo), los protagonistas ven en el periódico que los japoneses han lanzado un ataque sobre Pearl Harbor. Momento donde se lanza un dardo antijaponés que no vendrá a cuento con el resto de la película, pero tocaba hacerlo.
Los dos hombres, cansados de pensar que cualquier día bombardearán La roca (sí, Alcatraz), y cansados del aburrimiento porque hasta entonces los tenían en fábricas con madera y tal... deciden escaparse. ¿Cómo? Nos narran en voz en Off que no nos lo contarán, que es secreto. Vamos, complicación cero y un guión hasta entonces, muy cómico para una obra que no pretende ser una comedia.
Llegan a un faro donde hay tres hombres y una mujer. Ahí, a punta de pistola, nuestros dos protagonistas se esconderán a la espera de un barco. Mientras, un submarino alemán envía información a uno de los hombres que hay en el faro, Paul Brenner, (algo que desconocen nuestros protagonistas). Sin embargo, uno de ellos comienza a sospechar, ya que le agradan los acertijos y empieza a intentar descifrar un mensaje. El otro, mientras tanto, se quiere ligar a la mujer de turno.
En un momento dado, se comunica que un barco llegará, Brenner quiere coger el barco a toda costa, nuestros dos ex presidiarios lo evitan. El listo (nada ligón) se cargará a Brenner, que acaba en el agua. Poco después llegará un grupo de tres personas, algo que el listo asociará al mensaje que había descifrado (Reunión a tres). Todo se desenmascara y estos tres hombres intentan negociar con los presidiarios. Si les dejan libres y no dicen nada, tendrán mucho dinero y dos huecos en el submarino.
Pero estos hombres son de otra pasta. Debían estar en Alcatraz por buenazos y porque les gustaba cortar madera y deciden que ellos también son, a pesar de maleantes, unos buenos patriotas. Se niegan a recibir el chantaje nazi y todo acaba en una trifulca. Como no, el bien vencerá. El tío se ligará a la chica... y todos contentos, aunque ellos dos vuelvan a la cárcel, donde por haberse escapado les esperarán más años de penurias (o vacaciones, según como lo vean).
El resultado es una película corta que, analizada fríamente es un disparate. Pero un disparate aplaudible, que si te pones a ver en el sofá de casa durante una hora se te pasa volando. El guión es sencillito pero podía ser peor, la trama tiene poca chicha pero se pasa el rato. Misión cumplida, y por partida doble, entretiene y en la época sería un instrumento de propaganda más.
Nota: 5,5
Hitler: Vivo o Muerto (Nick Grinde)
¿Os imagináis a un rico poniendo precio a la cabeza de Hitler en plena II Guerra Mundial? Con esa premisa parte esta Serie B rodada en los años 40 donde tres gangsters estadounidenses deciden aceptar el reto de capturar a Hitler, vivo o muerto. Tres hombres peligrosos sin nada que perder que se alistan para conseguir billete a Gran Bretaña y, una vez allí, saltar en paracaídas en territorio alemán.
Sin destripar una trama bastante floja, toca destacar el mensaje final de la película. Nuestros villanos acaban convertidos en héroes en cierta manera al acabar queriendo matar a Hitler no por el dinero que conseguirán, si no por acabar con el Tercer Reich y el nazismo. Al mismo tiempo, ese final donde un oficial alemán mata conscientemente a Hitler (sin bigote) para hacerse él con el poder, para ver posteriormente como fusilan a niños, deja a las claras que el nazismo no se acaba con Hitler, es mucho más grande.
Película propagandística que merece la pena visionar por su curioso título y por ese tono humorístico (¿Directo o indirecto?) que logra a lo largo de la producción. Eso sí, habiéndola visto hace casi una década y habiéndola vuelto a ver actualmente he de reconocer que la película es peor de lo que la recordaba, tocando mencionar la secuencia del bombardeo, un escenario cutre donde los haya con una silla que canta a la vista pretendiendo ser el sillín donde se sienta un piloto de un bombardero, casi nada. Eso sí, tiene algunos detalles que la asemejan a "Malditos bastardos" de Tarantino.
En primer lugar, el título y la trama dejan claro que la película es pura ficción y le importa poco saltarse a la torera los hechos históricos, al igual que el film de Tarantino. En segundo lugar, aquí tenemos una duquesa que acaba siendo colaboradora de los aliados, al igual que en la película de Quentin teníamos a una famosa actriz alemana en un rol similar. Aquí tres protagonistas se disfrazan de músicos para colarse en una fiesta de Hitler, mientras en "Malditos Bastardos" se hacen pasar por artistas del mundo del celuloide para ir a la Premiere. Por último, destacar la secuencia en la que el protagonista afeita el bigote a Hitler, siendo inevitable recordar como Aldo Raine (el personaje interpretado por Brad Pitt) marcaba con una esvástica las frentes de los oficiales alemanes que dejaba vivos.
Nota: 4,5
A Siete millas de Alcatraz (Edward Dmytrik)
Serie B de la buena, de la de no buscar nada más que pasar el rato. Dos presidiarios son los protagonistas de esta película que apenas supera la hora de duración. Rodada por un director que dedicó mucho cine a la Segunda Guerra Mundial durante y después de la contienda (La Batalla de Anzio, por ejemplo), los protagonistas ven en el periódico que los japoneses han lanzado un ataque sobre Pearl Harbor. Momento donde se lanza un dardo antijaponés que no vendrá a cuento con el resto de la película, pero tocaba hacerlo.
Los dos hombres, cansados de pensar que cualquier día bombardearán La roca (sí, Alcatraz), y cansados del aburrimiento porque hasta entonces los tenían en fábricas con madera y tal... deciden escaparse. ¿Cómo? Nos narran en voz en Off que no nos lo contarán, que es secreto. Vamos, complicación cero y un guión hasta entonces, muy cómico para una obra que no pretende ser una comedia.
Llegan a un faro donde hay tres hombres y una mujer. Ahí, a punta de pistola, nuestros dos protagonistas se esconderán a la espera de un barco. Mientras, un submarino alemán envía información a uno de los hombres que hay en el faro, Paul Brenner, (algo que desconocen nuestros protagonistas). Sin embargo, uno de ellos comienza a sospechar, ya que le agradan los acertijos y empieza a intentar descifrar un mensaje. El otro, mientras tanto, se quiere ligar a la mujer de turno.
En un momento dado, se comunica que un barco llegará, Brenner quiere coger el barco a toda costa, nuestros dos ex presidiarios lo evitan. El listo (nada ligón) se cargará a Brenner, que acaba en el agua. Poco después llegará un grupo de tres personas, algo que el listo asociará al mensaje que había descifrado (Reunión a tres). Todo se desenmascara y estos tres hombres intentan negociar con los presidiarios. Si les dejan libres y no dicen nada, tendrán mucho dinero y dos huecos en el submarino.
Pero estos hombres son de otra pasta. Debían estar en Alcatraz por buenazos y porque les gustaba cortar madera y deciden que ellos también son, a pesar de maleantes, unos buenos patriotas. Se niegan a recibir el chantaje nazi y todo acaba en una trifulca. Como no, el bien vencerá. El tío se ligará a la chica... y todos contentos, aunque ellos dos vuelvan a la cárcel, donde por haberse escapado les esperarán más años de penurias (o vacaciones, según como lo vean).
El resultado es una película corta que, analizada fríamente es un disparate. Pero un disparate aplaudible, que si te pones a ver en el sofá de casa durante una hora se te pasa volando. El guión es sencillito pero podía ser peor, la trama tiene poca chicha pero se pasa el rato. Misión cumplida, y por partida doble, entretiene y en la época sería un instrumento de propaganda más.
Nota: 5,5
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