
Esa secuencia de un cura en una iglesia lanzando su discurso antifascista no era nueva, a pesar de que la película de William Wyler pasaría a la historia en parte por ella. Dos años antes, en una de aventuras en África, pero relacionada con la Segunda Guerra Mundial, una hoy olvidada "Cuando muere el día" concluía con la misma estampa en una iglesia. El ¿homenaje? ¿Copia? de Wyler sería más recordado.
El mensaje era claro. Hasta los curas estaban con la causa antifascista y en un país en ruinas tocaba lanzar mensajes para la esperanza. Y esa sería la labor de Hollywood en su cine: lanzar el discurso a la gente, sin tapujos, en primer plano y a la cara. Y ahí se repitió en los años 40 frases finales en muchos guiones que servían para que el espectador saliera del cine pensando en ello.

También sobre la Guerra Civil se veía un impactante y épico final en la famosa "Por quién doblan las campanas" de Sam Wood con Gary Cooper e Ingrid Bergman de protagonistas. El plano final se ve a Cooper con la ametralladora defendiéndose del enemigo fascista. La película narraba la Guerra civil española donde ganaron los nacionales, pero está rodada posteriormente. El mensaje no era para parar dicho conflicto, sino para avisar de que se seguía combatiendo a las dictaduras europeas.

"Vamos, mamones. Venid a buscarme. Estamos aún aquí, siempre estaremos aquí. Venid a buscar esto". (Robert Taylor, único superviviente de un grupo de 13 soldados que, al final de Bataan intenta resistir el último y definitivo ataque japonés).
Después están los claros mensajes antifascistas del cine que nos habla del enemigo alemán. Ahí vemos títulos como "Hitler's children" o "Hitler's madman". En la primera un nazi que ha traicionado al III Reich por amor, acaba declarando arrepentirse para poder ser salvado, a cambio de que lance un mensaje patriota por radio. El protagonista, una vez coge el micro lanza un mensaje claro contra el nazismo, siendo acribillado por los que eran sus compañeros. En "Hitler's madman" que nos cuenta lo sucedido en Checoslovaquia y la barbarie de Lidice, se nos enseña la imagen superpuesta de los hombres de ese pueblo, que han sido fusilados, por encima de las llamas de un pueblo destruido.
En "Enviado especial" de Hitchcock la película acaba con los protagonistas hablando a través de la BBC narrando el inminente primer bombardeo sobre Londres, avisando a Estados Unidos de que tienen que entrar en la contienda si no quieren ser los siguientes. Pero sin duda, los discursos más emotivos de la época corresponden a dos magos de la dirección como fueron Jean Renoir y Charles Chaplin.

Respecto a Chaplin, el discurso final es historia viva del cine. El barbero judío con parecido físico idéntico al del mandamás fascista (Hynkel) acaba suplantando al dictador de ese país imaginario que todos intuimos, realmente es Alemania, y a la hora de lanzar el discurso belicosero final a sus tropas da el giro necesario:
"Unámonos para liberar el mundo, para destruir las barreras nacionales, para destruir la codicia, y el odio y la intolerancia... ¡Soldados, en nombre de la democracia, unuámonos!"
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