Tras largos años a la espera de verlo, por fin me digné en ver el documental de propaganda nazi: "El triunfo de la voluntad", dirigido por Leni Riefenstahl, la directora de Hitler. Leni fue una importante actriz alemana del cine mudo e inicios del sonoro que a principios de los años 30 se haría directora. En 1934 el Partido nacionalsocialista alemán le encomendó un reportaje/documental de propaganda.
El resultado gustó a Hitler, que fue su valedor para que se le encomendaran posteriormente la realización de "El triunfo de la voluntad" y "Olympia", esta última sobre los Juegos Olímpicos de Berlín como venta del nazismo al mundo. A pesar de la oposición de Goebbels, Riefenstahl sería la encargada de las principales obras del Partido durante su existencia.
A pesar de que posteriormente se le exculpó de cualquier relación con el partido, el nombre de Riefenstahl siempre quedará ligado de algún modo a los documentales propagandísticos. "El triunfo de la voluntad" es claro ejemplo de ello, un ejercicio de montaje descomunal por la causa nazi que a continuación desgranaremos un poco.
Vaya por delante que está rodado en 1934 y todo lo que se ve, visto con el prisma de quien conoce la historia, puede parecer un llamamiento en toda regla a las armas. Sin embargo la película habla de paz. Desfiles militares que nos recordarán a "El rey León" y las hienas desfilando para Scar (todo un homenaje a Riefenstahl) camuflados en discursos sobre el pacífico pueblo alemán mientras poco a poco el film gana enteros y el discurso de Hitler, cada vez más lanzado, habla a las claras del futuro que le espera al III Reich.
Pero vayamos por partes. El documental en sí carece de poco mayor valor que el ser un documento histórico. Como película tiene poco argumento. Tres días en Nuremberg con Hitler revisando tropas, desfiles militares y discursos y más discursos. Todo huele a "cosas nazis" y lo mejor de la película podría ver en silencio, como si de cine mudo se tratase.
Porque el auténtico valor de este Reportaje/documental que se hace un tanto largo son sus planos y su montaje. Riefenstahl aprendió lecciones de un maestro del cine como fue Eisenstein, que venía a hacer propaganda pero una década antes y para el Sistema leninista soviético. Aunque en el caso del soviético sus films eran más películas con caracter histórico-documental que documentales y eso se agradece al tener unos argumentos con más chicha (sobretodo su obra maestra: El acorazado Potemkin).
El caso es que de ese cine de propaganda Riefenstahl, que fue la primera (y durante años única) gran directora del mundo del celuloide cogió la manera de encuadrar y, sobretodo, el montaje. Alternando planos cortos de alemanes con planos de las masas, unidos a planos del Führer. Todo en una cocktelera y bien montado dando una sensación de in crescendo, de elegía o panegírico hacia el salvador.
Porque de eso trata "El triunfo de la voluntad", una película que arranca contándonos que hace 20 años se inició una guerra mundial, hace 16 comenzaron las penurias de Alemania y hace poco más de año y medio llegó el renacer del pueblo alemán gracias a Hitler. Justo después vemos al Führer cual Dios Odín, bajando de los cielos a visitar a su Volk (pueblo). Todo con unos planos aéreos donde se nos muestran primero las nubes, después el avión del líder alemán y después la ciudad de Nuremberg.
Al final del camino, ese descenso y la plebe (con perdón por la expresión) o el pueblo alabando al mesías con gritos y cánticos. Y el paseo militar de Hitler, en coche, con planos del vehículo, la cámara colocada en mil lugares para ver cada rinconcito de la ciudad, lo llena que estaba, y la pose del líder en el Mercedes oficial. Todo muy nazi, muy propagandístico... y muy logrado.
Y hasta ahí la película tiene un nivel espectacular. Posteriormente decaerá porque se centra en exceso (y eso la eterniza) en los discursos, sobretodo en los de Hitler, y en desfiles y más desfiles que alargan el metraje. Pero a fin de cuentas era de eso de lo que trataba la película, ¿no?. Eso sí, cuando toca, Riefenstahl nos muestra dos secuencias que merecen la pena.
La primera como juegan a las peleas y con competitividad en el campamento a la espera de la llegada del Führer. Planos cortos de la sonrisa de los presentes, divirtiéndose, y planos generales con los juegos y las arengas de quienes aguardan a un combate que, si bien parece lejano, es el fin mismo de la política del nacionalsocialismo alemán.
La otra secuencia es cuando Hitler va a dar su discurso y, trucado, se nos muestra la conversación que mantienen en voz alta los miembros del Ejército de campo alemán, donde cada uno dice ser de un sitio diferente del país, desde zonas ricas a pobres, desde el Rhin al Danubio... y, por supuesto, se acuerdan de las zonas que fueron expropiadas a Alemania con la derrota en la Gran Guerra. Todos unidos: Eine volk, Eine Reich,Eine Führer...
Como digo, tanto el arranque, demoledor, como esas dos secuencias venden muy bien al Partido nazi y son un instrumento de propaganda acertado a la par que sirve para calibrar el talento de Leni Riefenstahl. La pena es que el documental en sí carece de mayor chicha y con el tiempo lo que queda es eso, un gran instrumento de propaganda y la duda de qué hubiera podido hacer una directora con semejante talento si hubiera destinado sus esfuerzos a hacer CINE de verdad.
Porque Eisenstein vivió para la propaganda soviética pero su cine son obras cumbres. Y Alemania parió grandes directores tras la gran guerra como Murnau, Pabs, Lubisch o Lang... algunos de los cuales tuvieron que emigrar a hacer cine en Estados Unidos. Leni se quedó a comandar el cine alemán que, por desgracia, no fue muy prolífico más allá de la mera propaganda.
El resultado gustó a Hitler, que fue su valedor para que se le encomendaran posteriormente la realización de "El triunfo de la voluntad" y "Olympia", esta última sobre los Juegos Olímpicos de Berlín como venta del nazismo al mundo. A pesar de la oposición de Goebbels, Riefenstahl sería la encargada de las principales obras del Partido durante su existencia.
A pesar de que posteriormente se le exculpó de cualquier relación con el partido, el nombre de Riefenstahl siempre quedará ligado de algún modo a los documentales propagandísticos. "El triunfo de la voluntad" es claro ejemplo de ello, un ejercicio de montaje descomunal por la causa nazi que a continuación desgranaremos un poco.
Vaya por delante que está rodado en 1934 y todo lo que se ve, visto con el prisma de quien conoce la historia, puede parecer un llamamiento en toda regla a las armas. Sin embargo la película habla de paz. Desfiles militares que nos recordarán a "El rey León" y las hienas desfilando para Scar (todo un homenaje a Riefenstahl) camuflados en discursos sobre el pacífico pueblo alemán mientras poco a poco el film gana enteros y el discurso de Hitler, cada vez más lanzado, habla a las claras del futuro que le espera al III Reich.
Pero vayamos por partes. El documental en sí carece de poco mayor valor que el ser un documento histórico. Como película tiene poco argumento. Tres días en Nuremberg con Hitler revisando tropas, desfiles militares y discursos y más discursos. Todo huele a "cosas nazis" y lo mejor de la película podría ver en silencio, como si de cine mudo se tratase.
Porque el auténtico valor de este Reportaje/documental que se hace un tanto largo son sus planos y su montaje. Riefenstahl aprendió lecciones de un maestro del cine como fue Eisenstein, que venía a hacer propaganda pero una década antes y para el Sistema leninista soviético. Aunque en el caso del soviético sus films eran más películas con caracter histórico-documental que documentales y eso se agradece al tener unos argumentos con más chicha (sobretodo su obra maestra: El acorazado Potemkin).
El caso es que de ese cine de propaganda Riefenstahl, que fue la primera (y durante años única) gran directora del mundo del celuloide cogió la manera de encuadrar y, sobretodo, el montaje. Alternando planos cortos de alemanes con planos de las masas, unidos a planos del Führer. Todo en una cocktelera y bien montado dando una sensación de in crescendo, de elegía o panegírico hacia el salvador.
Porque de eso trata "El triunfo de la voluntad", una película que arranca contándonos que hace 20 años se inició una guerra mundial, hace 16 comenzaron las penurias de Alemania y hace poco más de año y medio llegó el renacer del pueblo alemán gracias a Hitler. Justo después vemos al Führer cual Dios Odín, bajando de los cielos a visitar a su Volk (pueblo). Todo con unos planos aéreos donde se nos muestran primero las nubes, después el avión del líder alemán y después la ciudad de Nuremberg.
Al final del camino, ese descenso y la plebe (con perdón por la expresión) o el pueblo alabando al mesías con gritos y cánticos. Y el paseo militar de Hitler, en coche, con planos del vehículo, la cámara colocada en mil lugares para ver cada rinconcito de la ciudad, lo llena que estaba, y la pose del líder en el Mercedes oficial. Todo muy nazi, muy propagandístico... y muy logrado.
Y hasta ahí la película tiene un nivel espectacular. Posteriormente decaerá porque se centra en exceso (y eso la eterniza) en los discursos, sobretodo en los de Hitler, y en desfiles y más desfiles que alargan el metraje. Pero a fin de cuentas era de eso de lo que trataba la película, ¿no?. Eso sí, cuando toca, Riefenstahl nos muestra dos secuencias que merecen la pena.
La primera como juegan a las peleas y con competitividad en el campamento a la espera de la llegada del Führer. Planos cortos de la sonrisa de los presentes, divirtiéndose, y planos generales con los juegos y las arengas de quienes aguardan a un combate que, si bien parece lejano, es el fin mismo de la política del nacionalsocialismo alemán.
La otra secuencia es cuando Hitler va a dar su discurso y, trucado, se nos muestra la conversación que mantienen en voz alta los miembros del Ejército de campo alemán, donde cada uno dice ser de un sitio diferente del país, desde zonas ricas a pobres, desde el Rhin al Danubio... y, por supuesto, se acuerdan de las zonas que fueron expropiadas a Alemania con la derrota en la Gran Guerra. Todos unidos: Eine volk, Eine Reich,Eine Führer...
Como digo, tanto el arranque, demoledor, como esas dos secuencias venden muy bien al Partido nazi y son un instrumento de propaganda acertado a la par que sirve para calibrar el talento de Leni Riefenstahl. La pena es que el documental en sí carece de mayor chicha y con el tiempo lo que queda es eso, un gran instrumento de propaganda y la duda de qué hubiera podido hacer una directora con semejante talento si hubiera destinado sus esfuerzos a hacer CINE de verdad.
Porque Eisenstein vivió para la propaganda soviética pero su cine son obras cumbres. Y Alemania parió grandes directores tras la gran guerra como Murnau, Pabs, Lubisch o Lang... algunos de los cuales tuvieron que emigrar a hacer cine en Estados Unidos. Leni se quedó a comandar el cine alemán que, por desgracia, no fue muy prolífico más allá de la mera propaganda.
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