Para neófitos, Dunkerque es quizá una
de los momentos clave de la Segunda Guerra Mundial menos
cinematográficos. No hablamos de una batalla al uso. Viéndolo muy
friamente, tampoco hubo héroes. Y esa es la historia que Christopher
Nolan decidió contar en el que es su estreno en el cine bélico.
Hubo dudas sobre lo que el británico sería capaz de hacer en un
género muy diferente a lo que nos tenía acostumbrados, pero si algo
tienen los buenos directores, los grandes, es que saben hacer cine,
en general. Sin importar el género. Y Nolan lo ha demostrado con
Dunkerque, ganándose a crítica y público una vez más. También
con los más acérrimos del cine bélico.
La realidad es que en Dunkerque sí
hay cine. Lo ha demostrado Nolan, y lo ha hecho metiéndonos de lleno
en su playa, en su mar y en su aire. Nos sumerge de lleno en sus tres
historias, que siguen una vez más esa estructura narrativa no líneal
tan característica de su filmografía. Había temor por su duración,
pero la realidad nos deja 100 minutos llenos de tensión y ritmo,
algo que ocurre gracias al montaje y al trabajo de Hans Zimmer en la
banda sonora. Como ese reloj sonando de manera constante,
recordándonos que estamos viviendo una cuenta atrás para los
soldados que, desde la playa de Dunkerque, quieren ver cuanto antes
los acantilados que adornan las costas del sur del Reino Unido.
Ese reloj es la señal sonora de lo
que estamos viviendo. La visual son los soldados, sus caras, sus
sensaciones y el clima casi claustrofóbico ante lo que parece un
imposible: sobrevivir. Porque en Dunkerque Nolan ha querido y
conseguido convertirnos en un soldado más. Nos introduce de lleno en
esa lucha por vivir, en la ansiedad de sus protagonistas, que no es
uno, ni dos, si no los 400.000 que poblaban aquella playa. Sufrimos
con ellos, consigue sobrecogernos ante lo que ocurre delante de
nuestros ojos. De principio a fin reaccionamos de diferentes maneras
ante lo que vemos. Experiencias que bordean por momentos los límites
del ser humano. Porque sí, existen comportamientos que podríamos
tachar de heroicos, pero también otros que no hablan tan bien de
nosotros mismos. El miedo a quedarse ahí para siempre, el egoísmo
para salvarse ante cualquier situación, el pánico ante repetir
episodios críticos ya vividos. Son esos sentimientos y sus
reacciones lo que nos conecta más y más con todo soldado o
protagonista que se sucede por la pantalla.
Para ello nos lleva a los tres lugares
en los que se vivió Dunkerque. No hay una linealidad mientras se
entrecruzan las historias de tierra, mar y aire, y al salir del cine
nos queda la sensación de que este es un gran acierto de Nolan. Si
uno mezcla las imágenes en su cabeza de una manera lineal tendrá
una historia más, mientras que con el montaje del británico nos
encontramos ante quizá la mejor película del género en lo que va
de siglo XXI. Palabras mayores por tanto del excelente trabajo del
director. Como también hay que alabar la fotografía, en unos tonos
que por si solos nos provocan congoja. La labor actoral, sobria,
destacable y agradecida para el espectador. Nadie destaca, nadie
puede hacerlo ya que no existe un protagonista.
Tampoco tenemos un antagonista. Lo más
parecido son las balas, bombas, torpedos y aviones que rodean al
ejército británico, pero jamás ponemos cara a aquellos que nos
mantienen en estado de alerta. Dunkerque es el frente europeo de la
Segunda Guerra Mundial sin nazis. Un gran acierto. Y si algo nos
queda claro a los quince minutos de película es que no necesitamos
ver al enemigo para ser conscientes de su omnipresencia. Por otro
lado, ¿por qué íbamos a necesitarlos cuando esto va del drama de
la supervivencia?
Escribo estas líneas días después
del estreno y de ver la película. Aún a pesar de no haberla
disfrutado en IMAX como Nolan pedía, sigo sintiendo escalofríos al
evocar las sensaciones que me generó la película. Recuerdo escenas,
diálogos, momentos y la piel vuelve a erizarse, el cuerpo vuelve a
estar en alerta. Algo que no ocurre a menudo y es que con Dunkerque
hablamos de una experiencia cinematográfica total. Christopher Nolan
ha cumplido con creces con el cine bélico y nosotros tenemos una
nueva película a considerar para meter entre las grandes del género.
No al nivel de las más grandes, pero sí en un escalón alto. Y es
que Dunkerque es, en resumidas cuentas, palabras mayores.
Nota: 9/10
Lo mejor: Como Nolan nos mete de lleno en la guerra a base de mostrarnos la naturaleza del ser humano en las acciones y reacciones de los personajes.
Lo Peor: Que se termine la película
Por Ander Restoy. (www.revanchamag.com)
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