
Tampoco lo puso fácil la ineptitud británica al mando. Como siempre, los que mandaban demostraban que eran unos napoleones de palo, sin rigor ni capacidad táctica alguna, y dilapidaron sus opciones, de cara, para conseguir vencer. En cambio, una serie de torpezas que dejaría a los turcos en sobreaviso, impidió una rápida victoria alargando la carnicería.
Pero eso hubiera sido otro frente chapucero más si no fuera por un pequeño (¿e insignificante?) motivo. Quienes mayores pérdidas sufrieron en aquella carnicería por parte del banco aliado serían las tropas del ANZAC, formadas por neozelandeses y australianos. Hasta tal punto llegó la vergüenza que fueron utilizadas para distraer al enemigo para que tropas británicas pudieran desembarcar en zonas menos peligrosas. Los que fueron utilizados en aquella batalla no reconocieron al final de la guerra su contribución. Aunque en pequeñas dosis, el cine australiano (y neozelandés) ha recordado estos hechos.
La película por excelencia en este aspecto es "Gallipoli", título que deja a las claras de qué va. Pero antes de centrarse en esa batalla, este clásico de Peter Weir (El show de Truman) que contaba con un joven Mel Gibson para uno de los dos papeles importantes, se centraba en la amistad que entablaban dos atletas australianos que querían salir del país, uno por su amor por la patria y el deber con ella, el otro (el escéptico Mel) simplemente por largarse de aquella isla, pero nunca defenderia la causa por la cual morían por un Imperio que les había tenido esclavizados y para el que no eran más que simples peones de ajedrez.
Desde su Australia natal hasta Gallipoli, pasando por un entrenamiento en Egipto, la película denuncia claramente al Alto mando británico y como mandó al matadero sin pudor alguno a tropas australianas y neozelandesas simplemente por un enclave estratégico que finalmente no conseguirían tener. La batalla duró meses donde se convertiría en una guerra de trincheras más, como nos enseña el fatal y fabuloso desenlace de la película.

Mucho más modesta y solo recomendable en este apartado está Chunuk Bair, película neozelandesa de 1992 que debido a su escaso presupuesto acaba sufriendo algo peor que el olvido. La película quizás en su día seriría para el cine neozelandés, pero hoy en día es un producto menor y olvidado que no tiene la chicha suficiente ni sus interpretaciones son dignas de mención. Eso sí, a pesar de ser unu film flojo merece mencionar de qué trata: Tropas neozelandesas conquistaron la colina de Chunuk Bair para facilitar el desembarco de tropas británicas. Serían abandonados a su suerte, puesto que la colina no era un enclave estratégico y, para colmo, serían acribillados por el propio fuego aliado, recalcando nuevamente la matanza de Gallipoli.
Otros frentes

En "Field Punishment Nº1", un modesto telefilm neozelandés (que no he tenido el gusto de ver), se narra como el servicio bélico durante la I Guerra Mundial era obligatorio, y en caso de no querer combatir, serían enviados a un campo de castigo a realizar trabajos forzados. Esta es la historia de unos granjeros que negaron a combatir en una guerra que nada tenía que ver con su tierra.
Por último, y aunque no trata de la I Guerra Mundial, destacar el largometraje de Bruce Bersford: "Consejo de guerra", ambientado en Sudáfrica en 1901 pero que sirve a las claras para descubrir como australianos y neozelandeses estuvieron al servicio de la corona británica en el inicio del Siglo XX. La película muestra un (como indica el título) consejo de guerra donde se pretende ajusticiar a tres lugartenientes australianos por la muerte de un misionero alemán y varios soldados Bóers.
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