Estado de alarma (James B.Harris, 1965)

Nueva incursión en #HundirLaFlota. En el día de hoy nos adentramos en las heladas aguas del Ártico, cerca de Groenlandia, donde un buque de guerra norteamericano se topa con un submarino soviético. El título de este clásico en alta mar es "Estado de Alarma", protagonizada por Richard Widmark.

Junto al actor de títulos como "El Álamo", que ejerce de Comandante en jefe de la nave, tenemos a Sidney Poitier en el papel de un periodista; y a Martin Balsam en el del nuevo médico a bordo. Además, en un breve papel, un por entonces desconocidísimo Donald Sutherland.

La trama, que se ventila rápidamente en poco más de hora y media, tiene en la tensión su protagonista. Plena Guerra Fría, en una época cercana a la Crisis de los misiles de Cuba, donde el cine estaba metido de lleno a avisarnos de la desgracia que se nos avecinaba. En plena guerra al borde de la movilización y desastre nuclear, un buque norteamericano encuentra un submarino soviético en aguas de Groenlandia, y se inicia así una persecución que llevará al límite a todo el mundo.

Cual Capitán Acab obsesionado con Moby Dick, el capitán del buque (un inquietante Widmark) no parará de apretar las tuercas de todo el mundo a bordo. Buscando el límite del submarino soviético al que quiere obligar a subir a la superficie, logrará encontrar el límite de sus subordinados que, si bien parecen seguirle donde haga falta está claro que no ligan con sus alocadas ideas.

El obsesivo Widmark chocará en todo momento con el resto de los miembros importantes a bordo. Desde ese nuevo Médico a, sobre todo, el periodista interpretado por Poitier al que ya le pone malas caras desde el principio ya que no le gustan los hombres de dicha profesión, siempre poniendo en boca de la gente cosas que no han dicho. Además, un oficial alemán a bordo (el buque pertenece a la OTAN) con el que tampoco comparte muchas cosas.

Aislado de todos, metido en su propia locura, sus gestos y acciones van guiando a todos (espectador incluido) a esa vorágine que desembocará en un casi inevitable final. Por el camino, alguna escena como la del buque evitando chocar con icebergs en un viaje prácticamente a oscuras por el clima. Cabe señalar que la escasa aparición del actor secundario (el submarino soviético), al que apenas se le va viendo en breves escenas el periscopio es todo un acierto ya que acaba poniendo una situación cada vez más inquietante.

Ninguno parece querer disparar pero la plena bravuconería de ambos oficiales (incluyo al ruso al no salir a la superficie) hace que cualquier desliz pueda derivar en catástrofe. Una catástrofe que, mal encarada, podría acabar conllevando el inicio de la III Guerra Mundial. La película, en ese sentido, sigue la línea de "Teléfono rojo: volamos hacia Moscú" o "Punto límite", donde la guerra nuclear está al acecho.

El guion tiene cierta solidez, pero es Widmark quien mejor engancha al espectador a la propuesta. Un hombre peculiar que no parece querer iniciar una guerra pero parece no querer evitarla, y una tripulación cansada donde un botón mal apretado, una mala orden, un error humano de cualquiera de los dos bandos sería sinónimo de desastre.

Entretenida propuesta, más de diálogo y camerinos que de acción, cuyo mensaje es clarísimo: un solo hombre, incluso por error, puede provocar una innecesaria guerra. "Estado de alarma", como la Sci-fi 50era de la que bebe y de los títulos sesenteros de la Guerra Fría, no esquiva esa misma moral. Nos avisa de las posibles consecuencias de un mundo loco donde dos bandos pelean por ver quién la tiene más grande.

Nota: 6'5

Lo mejor: Widmark y la tensión in crescendo de la propuesta.

Lo peor: Mucho diálogo a bordo y poca acción en la propuesta. Se ve menos barco del que uno espera.

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