Directores europeos en el exilio durante la II Guerra Mundial

En 1941 Japón atacaba Pearl Harbor dando inicio así la II Guerra Mundial para los USA. Poco después, John Ford era reclutado para la causa y formaba un grupo de expertos cuya labor sería realizar documentales propagandísticos. De esa historia que tenéis en el documental de Netflix "Five came back", se nos muestra la historia de esos cinco hombres durante el conflicto, además de los documentales que rodaron. John Ford, William Wyler, Frank Capra, George Stevens y John Huston fueron los encargados. 

Esas labores interrumpieron durante un tiempo la filmografía de largometrajes de estos directores. Alguno como Wyler se tomaron un pequeño impass para filmar y montar "La señora Miniver", a la postre ganadora del Óscar. El propio Wyler, al acabar la guerra, lanzaría ese alegato postbélico que es "Los mejores años de nuestra vida", también ganador del Óscar. Ford, por su parte, no fue hasta después del desembarco de Normandía cuando echó el freno y se lanzó a rodar "No eran imprescindibles". Historias de propaganda bélica pero que tenían el tono amargo de quienes, de verdad, habían vivido el conflicto.

De esta historia tocará hablar algún día. Mientras tanto, hoy hablaré del curioso caso de directores europeos que, ante la ausencia de los más grandes del momento (como Wyler, Capra o Ford) tuvieron que ponerse el mono de trabajo y, en su etapa Hollywoodiense en el exilio, llegaron a filmar cintas relacionadas con la II Guerra Mundial. Son, en cierta manera, otra cara de la misma moneda. Directores de prestigio como Fritz Lang, Ernst Lubisch o Jean Renoir aparecen en esta lista de ilustres.

Comenzaré hablando de alguien que ya había emigrado mucho antes. Lewis Milestone, en cierta manera, no debería considerarse propiamente un director exiliado. Su familia emigró a EEUU cuando él no tenía 18 años, y todavía no había llegado lal Revolución rusa. No obstante, en su filmografía hay numerosos ejemplos de un cine relacionado con Europa, donde siempre echó la mirada. No obstante, hablamos del director de "Sin novedad en el frente", la original, la de 1930. Ganadora de dos Óscars a Película y Director.

Cuando arrancó la IIGM Milestone, uno de los ases del género bélico o antibélico apenas contaba con "Two arabian Knights" cuya primera parte sí tiene relación con la Primera Guerra Mundial, y "Sin novedad en el frente". A partir de Pearl Harbor se enroló en la causa siendo, con permiso de Raoul Walsh, el director más belicosero o más fructífero con el género en ese tiempo. En esa época habló de la resistencia noruega en "Al filo de la oscuridad" o del pueblo soviético, volviendo de esta manera a sus raíces, con "La estrella del Norte" que, pese a ser de sus títulos bélicos menos logrados muestra las virtudes de un pueblo comunista en una época donde Hollywood echaba la mirada al entonces aliado (por necesidad). Cerraría su periplo bélico con "Un paseo bajo el sol", esta vez sí, con la Infantería de EEUU como protagonista en el desembarco en Italia.

Tres títulos de diferente índole pero dos de los cuales tenían el nexo común de la mayoría de directores europeos durante la II Guerra Mundial. Y es que, lejos de enaltecer al ejército USA, sus películas durante el conflicto servían de ejemplificación de la lucha oscura y silenciosa de la resistencia de diferentes pueblos como Polonia, Francia, URSS o Checoslovaquia.

Por número de películas el siguiente director al que tocaría mencionar sería Fritz Lang. El autor alemán que bebió del expresionismo para parir sus obras maestras: "Metrópolis" y "Los Nibelungos" emigró de Alemania para huir del nazismo y encontró en Hollywood la manera de continuar haciendo cine. Llegó a hacer algunos títulos interesantes entre los que se encuentran sus dos películas claramente relacionadas con la IIGM rodadas durante la guerra: "El hombre atrapado" y "Los verdugos también mueren".

En la primera, un hombre de vacaciones por Alemania yendo de caza llega a tener en su punto de mira a Hitler previamente al inicio de la guerra. Juega con que quiere matarlo pero finalmente no llega a hacerlo. Para cuando quiere replanteárselo será tarde y, por si fuera poco, será perseguido por matones del líder del Tercer Reich. Una intriga repleta de suspense con una persecución por Gran Bretaña que contiene algún plano sobre saliente con la escena en la cueva (hasta aquí puedo leer). En la segunda, ya analizada en el blog, el asesinato del líder Heydrich en Praga derivará en una película de espionaje con la Resistencia checoslovaca por protagonista, y el pueblo como héroe  en plural de la lucha contra el nazismo. Imprescindible.

Por su parte, otro alemán de la talla de Ernst Lubitsch, experto en la comedia, rodó esa joya que es "Ser o no ser", obra shakesperiana mezclada con la II Guerra Mundial; Una pelicula que mezcla el fabuloso mundo del teatro con la Resistencia polaca durante la contienda. Momentos desternillantes, juegos de disfraces y mucho arte, con el grandísimo Josef Tura, icónico actor shakesperiano. Una de esas películas que también he comentado en el blog y que apetece ver cada cierto tiempo por como relaciona la realidad y la ficción, con un tono sarcástico y con un romance de por medio. Una mezcla de géneros, con el humor por bandera y Hitler y el nazismo como destino de las bofetadas.

Pasemos ahora a hablar de dos directores franceses que también pusieron su granito de arena: Jean Renoir y Jacques Tourneaur. El primero, director de la genial "La gran ilusión" donde pretendía lanzar un mensaje pacifista a un tal Adolf Hitler y al mundo (su título ya vaticinaba que la paz era una ilusión), que sería nominada al Óscar, rodó uno de los dramas belicosero de la Resistencia más aplaudidos de la historia: "Esta tierra es mía". Pese a no especificar un país concreto, hacía referencia claramente a Francia. En su reparto un inmenso Charles Laughton en el papel de un profesor, y Maureen O'Hara. El dueto lo borda en un guion muy bien cuidado cuyo alegato final queda casi a la altura del de Chaplin en "El gran dictador". 

Por su parte, Tourneaur dirigió una propuesta más modesta sobre la resistencia soviética, bajo el título de "Días de gloria". Se trataba de una película para lanzar en el cine a la bailarina Tamara Toumanova, novia por aquel entonces del  guionista de la misma, Casey Robinson. Junto a ella, le dieron el papel principal a un actor de teatro que debutaba en el cine. Su nombre artístico: Gregory Peck. Película entretenida y que ha pasado a la historia más por su protagonista principal que por lo que propone.

Para concluir este homenaje al cine made in Hollywood de la II Guerra Mundial rodado por directores europeos, mencionar a Fred Zinneman que rodó con Spencer Tracy de protagonista "La séptima cruz", obra política que nos ubica en la Alemania nazi y en una fuga de siete hombres condenados por sus ideas contrarias al régimen. Uno a uno esos hombres irán cayendo en una lucha por la supervivencia de la barbarie. Junto a todos estos títulos se podría añadir al británico Hitchcock con "Náufragos" o "Enviado especial". Pero eso sería hacer algo de trampas, pues no dejaba de ser un director anglosajón.

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