Embajadores en el infierno (José María Forqué, 1956)

La parada europea del mes de julio (únicamente habrá una este mes) nos traslada al frío de la URSS en plena II Guerra Mundial. Pero no se trata de un film alemán, ni de uno ruso... si no de uno español. El próximo 13 de julio se cumplirán 80 años de la marcha de la División Azul al frente del Este, y he aprovechado la efeméride para revisionar y tratar un poco ese film algo olvidado pero a desempolvar que es "Embajadores en el infierno".

Dirigida en 1956 por José María Forqué, está basado en la novela de Torcuato Luca de Tena, autor al mismo tiempo del guión e inspirado en la vida del Capitán Palacios, que en el film está representado bajo pseudónimo (Capitán Adrados) por Antonio Vilar. La película mostrará las penurias a las que hicieron frente los prisioneros españoles en manos de los comunistas soviéticos antes de poder volver (algunos de ellos) a casa, en 1954, once años después de haber sido hechos prisioneros.

La película obtuvo un gran éxito de taquilla, y también por parte de la crítica del momento, al tratarse de uno de los grandes eventos del cine patriótico español y tener por protagonismo a unos personajes en boca de todos apenas dos años antes. Eso sí, no fue ajena a la polémica puesto que personalidades falangistas tacharon a la película de mentirosa y de suavizar el carácter falangista de los divisionarios que fueron hechos prisioneros. 

Españoles hasta la muerte
Como no podía ser de otra manera, la película arranca con un mensaje claro que se repetirá a lo largo de todas las secuencias de la película. Y este no es otro que el de recalcar ese amor a la patria y sentimiento de pertenencia a España de sus protagonistas, que añoran volver a sus hogares... y la crítica al comunismo. Estamos ante un film limpio en cuanto a enaltecimiento franquista (ya estaba el Plan Marshall de por medio), de ahí que italianos y alemanes ocupen poco espacio... pero como los USA estaban en guerra contra el comunismo podían pintar cada fotograma de anticomunismo.

"Yo soy católico, apostólico y romano" y "Estoy aquí para combatir el comunismo" son las frases de presentación del Capitán Adrados en una escena casi inicial de las de poner los huevos sobre la mesa y desprender patriotismo por todos los poros de la piel. Antes, una pequeña introducción con narrador y planos de los prisioneros caminando en la nieve nos acompañarán a un campo de prisioneros. A partir de ese momento, casi toda la acción se desarrollará en decorados que sospechosamente parecen iguales pero a los que cambian cuadros y encuadres para, de poco, hacer una película con muchos escenarios.

Tantos escenarios como tendrán que pasar y sobrevivir nuestros personajes. Pero antes, volvamos a la frase destacada de la película para conocer un poco más a fondo el proyecto. Los prisioneros son entrevistados por el primer Camarada Oficial de turno que, como no puede ser de otra manera, es un actor español hablando en español (será el modus operandi de toda la película). Ante el miedo de sus subordinados que niegan ser religiosos (o al menos de religión católica) y dicen no saber muy bien qué hacen ahí, aparece el capitán Adrados y deja claro su parecer, siendo aplaudido por todas sus tropas un poco en la línea que un año después sería aplaudido el Coronel Nicholson en "El puente sobre el río Kwai".

Penurias del Gulag
A partir de ese momento serán tachados de rebeldes y, tratados en consonancia a lo largo de la película. El capitán y los suyos verán como se les intenta comprar. De este modo a cambio de firmar la renuncia a ser español y otros menesteres, así como abrazar el comunismo, se les daría comida, la libertad... o lo que hiciera falta. Pero estos españoles permanecen estoicos, son de armas tomas y no cederán ante nada. No mientras tengan un oficial como la copa de un pino.

Que la película pase de puntillas el hecho de que Alemania e Italia perdieron la guerra pero en España seguía mandando el mismo Franco que ganó la guerra en el 39 es otro asunto a tener en cuenta. Aquí los españoles se tiran de Gulag en Gulag hasta la muerte de Stalin simplemente porque son unos rebeldes que no ceden al comunismo. De esta manera, alemanes e italianos acabarían siendo repatriados antes que los españoles, muchos años antes, quedándose ellos algo así como "Los últimos del Gulag".

¿Y qué ofrece la película por el camino? Pues mucho diálogo enalteciendo a España. Recalcar de donde proceden algunos de los que van muriendo para hablar de la unión del país y mucho sentimiento anticomunista por el camino. Despreciando a quien ceda y decida unirse al enemigo. A destacar en ese aspecto el momento en que un Teniente alemán saluda al Capitán Adrados pero se niega a hacer lo mismo con un Coronel de su propio país, porque este había perdido los galones al aceptar los trabajos forzados. Mención aparte que los alemanes sean vendidos como un oficial con monóculo (la típica aristocracia, como si no estuviéramos en los años 40) y otro como un saltinbanqui contorsionista que de soldado parece tener poco.

Pero volvamos a los españoles, a esos mucho y muy españoles que representan Adrados y los suyos, incapaces de ceder ante nada con orgullo, que es de lo que trata la obra. Se les llega a enviar a juicio donde casi son condenados a muerte pero el oficial soviético de turno no les dejará morir (en un momento inicial de la película les dirá que "Vivir, no viviréis... pero morir, no os dejaremos"). Tras cárceles, trabajos forzados, huelgas de hambre y penurias varias donde se incluye que no reciban durante un tiempo paquetería desde España, acabará llegando el día de la liberación

Los que quedaron atrás
Primero se nos muestra con intriga qué sucederá. Un ex español, que abrazó la libertad comunista es encargado de cumplir una misión de la que desconocemos de qué trata. Sólo sabemos, por boca de un soviético que para este desertor será "duro cumplir con la misión". Podemos intuir que estamos ante un fusilamiento y fosa común de manual, pero la realidad es que estamos ante la liberación de los españoles que quedan en el Campo de prisioneros.

Son enviados en tren y posteriormente subirán a un barco con bandera de la Cruz Roja. Uno de los dos españoles que cedió a los intereses comunistas y firmó su pérdida de nacionalidad española intenta subir para volver a casa pero le niegan el pasaje. A destacar la cara de malicia de la enfermera que le mueve la cabeza señalándole que "No" está en la lista (retorcida un rato). La escena concluye con el jolgorio de quienes marchan y el contraste de quienes se quedan. El Tenitente encargado de cumplir la misión, viendo que se va su último pasaje a España, se pegará un tiro, mientras el otro ex-español, que acaba en el barro, mirará con pena la marcha de sus hasta hacía poco compatriotas. Tal y como decía Adrados en la escena anterior: "No sé si viviremos. Pero si volvemos a casa será por la puerta grande".

Los mensajes en radio muy de la época para que los prisioneros que vuelven a casa vean que se les espera, y la llegada al puerto de Barcelona marcarán el final de toda la Odisea por la que han pasado. Ese calvario de once años en manos de los comunistas que concluye con este Happy End donde ganan quienes durante todo ese tiempo han confiado en hacer lo correcto, que no era otra cosa que mostrar orgullo de ser españoles y no ceder ante las tentaciones comunistas.

Comentario Final
La película manejó bastante presupuesto dentro de las limitaciones obvias de un cine español que por entonces no tenía para mucho. Pero estamos ante uno de esos títulos a destacar de la filmografía patriótica española. Es curioso que los tres mejores títulos bélicos de los cincuenta no tuvieran nada que ver con la Guerra Civil. "Los últimos de Filipinas", "Agustina de Aragón" y esta "Embajadores en el infierno" parecen mostrar la grandeza del patriotismo y orgullo de raza española mejor que las que abarcaban el fangoso terreno de la Guerra Civil.

con buen pulso, José María Forqué dota a la película de lo necesario para hacer llegar su mensaje. Sencillo en las bases, puesto que el guión acaba siendo una sucesión de momentos donde Adrados lance cada veinte minutos un discurso reivindicativo, mientras los diferentes oficiales soviéticos (para que veamos los cambios de campos de Concentración) siguen intentando, en vano, que estos españoles besen una fotografía de Stalin. Película de propaganda que no es tan franquista como la recordaba de pequeño y si marcadamente anticomunista. Un título a destacar dentro del cine español de la época, pese a sus limitaciones.

Para quienes quieran más sobre la División Azul. Destacar que entre 1954 y 1956 se realizaron hasta tres títulos. "La Patrulla" de Pedro Lazaga y "La llegada" y "La espera" de Vicenç Lluç son los otros dos títulos de la época, a los que toca sumar, mucho más reciente, "Silencio en la nieve" de Gerardo Herrero, mucho más centrada en una trama policial en medio del infierno de la guerra.

Nota: 5,75

Lo Mejor: Que en su afán propagandístico, logra una obra sencilla pero efectiva
Lo Peor: Excesiva redundancia en los mismos aspectos, haciendo que cada 15-20 minutos la película parezca repetirse cíclicamente.

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