Duelo en el Atlántico (Dick Powell, 1957)

Hoy os traigo uno de los grandes clásicos de #AventurasSubmarinas. ¡Qué digo uno de los...!, el GRAN clásico por excelencia. La mejor película de submarinos gestada hasta la llegada de "Das Boot". Corta en duración, de las que van al grano: "Duelo en el Atlántico" nos propone una trepidante aventura donde dos oficiales, uno de cada bando, tienen una partida de ajedrez donde la táctica es importante para sobrevivir y vencer al enemigo.

Una nueva era
Corría el año 1957 cuando "Duelo en el Atlántico" llegó a cines. Un proyecto dirigido por el actor Dick Powell y que no escatimó en esfuerzos económicos para llevar a la gran pantalla la novela de D.A.Rayer donde un Destructor norteamericano descubre la posición de un submarino alemán y se inicia de este modo la caza donde se puede pasar de cazador a presa en un instante.


La trama, bien sencilla. Pero lo realmente atractivo es el envoltorio. A diferencia de las cintas de hazañas bélicas de los años 40 donde quedaba claramente marcado el enemigo, "Duelo en el Atlántico" se ponía a bordo de los dos buques, compartiendo el protagonismo de ambos. O, lo que es lo mismo, se consigue no distinguir entre quién es el enemigo hasta tal punto que uno acaba empatizando a partes iguales con ambos contendientes, llegando a caernos bien el oficial alemán, que no nazi.

Valga este apunte (no nazi) para hablar de la época en que fue rodada la película. Alemania (la Federal) formaba parte de la Europa con bases militares americanas, con lo que era un aliado en contra del comunismo y el cine de la época debía intentar no resultar ofensivo para la moral alemana. En esa nueva era del cine, donde llegarían títulos como "El día más largo", el peso protagonista se empezó a repartir. Esta película en cuestión llega en una era donde algunos títulos ya habían tenido protagonismo alemán para narrarnos alguna historia.

Tocaba recalcar, por lo tanto, que en la Alemania del Tercer Reich no todos eran nazis, y sí que existían militares alemanes no afines al régimen que combatían porque era su deber, y su profesión. En esa tesitura tenemos al personaje interpretado por Curt Jürgens, un oficial alemán a bordo de un -u-Boat y dispuesto a luchar por sus hombres, no por el Führer. Detalle que vemos cuando en un mensaje pintado en el submarino que dice "Führer befiehl wir folgen" (El Führer os ordena seguir), nuestro co-protagonista tapa con la chaqueta la palabra clave: "Führer".

También, como no podía ser de otra manera, tocaba dejar clara la diferencia entre el fanatismo nazi y los hombres que combatían por obligación. A bordo del submarino todos son marinos, lobos de mar, dispuestos a sobrevivir y a derrotar al enemigo al que les ha tocado enfrentarse. Todos menos uno, enviado por ya sabemos quienes, y que en todo momento dejan claro que es uno de esos oficiales de pacotilla que ha tragado poca agua de mar y se dedica a cuestionar todo movimiento ajeno al régimen nazi. Que en un momento dado, con todos los miembros del submarino aguardando en silencio en el fondo del mar, él esté leyendo el Mein Kampf, libro escrito por Hitler en la prisión, deja bastante claro lo extremo y caricaturesco del personaje en cuestión.

El Duelo
Tras este análisis de la época en la que fue rodada y a la diferenciación entre alemán bueno/nazi malo un tanto exagerada de la película pero camuflada en un entretenimiento de acción trepidante, toca volver a la temática de la película, a ese duelo entre un Destructor y un submarino para narrar la batalla en cuestión. (Aquí tendréis spoilers narrando los principales entresijos de la batalla).

Al frente del Destructor tenemos al mismísimo Robert Mitchum. En opinión inicial de sus subordinados, un tipo que le queda grande el rango, un marinero de agua dulce. Algo que demostrará erróneo al primer atisbo de descubrir el submarino alemán, cuando el protagonista deja claro cómo se debe actuar en una situación así. Al frente del submarino, al mencionado Curt Jürgens.

Posiblemente ambos sean más cercanos y parecidos el uno al otro. Los dos quieren cumplir con su misión y no combaten por venganza. Y eso que el personaje interpretado por Mitchum perdió a su mujer en los primeros compases de la guerra al salir de Gran Bretaña en un carguero que fue torpedeado. Mientras, el oficial alemán ha perdido a sus dos hijos en el conflicto: uno en el fondo de las gélidas aguas de océano, y el otro siendo hecho cenizas como piloto.

Presentados los personajes, toca lanzarnos a la aventura y narrar las diferentes tácticas de combate durante esta interesantísima partida de ajedrez que la firmarían los mismísimos Karpov y Kasparov (o si queréis, Bobby Fisher):

1º Movimiento: Empiezan blancas (Destructor). Escoran el barco para dejar ser blanco más fácil para el submarino, que acaba de sumergirse. El objetivo del oficial al mando es que éstos lancen sus torpedos, fallen, y pillarlos desprovistos.

Las negras (Submarino alemán) lanzan sus torpedos. Vemos entonces un fabuloso montaje dónde la imagen pasa del reloj a bordo del submarino, al reloj en la pulsera del perrsonaje de Robert Mitchum, que está calculando cuando debe virar el barco.

2ºMovimiento: El destructor gira y acto seguido lanza su contraataque lanzando cargas de profundidad, teniendo al enemigo desprovisto hasta que pueda volver a cargar.

El submarino se protege como puede. Primero descendiendo a mayor profundidad para, posteriormente, lanzar todo tipo de suciedad para despistar al enemigo, y subir a profundidad de 50 y no ser detectados. De esta manera consiguen escapar.

3ºMovimiento: Blancas se lanzan al ataque del submarino. Mitchum se la juega sobre una teoría, si sale bien, podrán descubrir al enemigo, y si este ha escapado en dirección contraria, lo habrán perdido de vista para siempre.

El submarino debe defenderse una vez es vuelto a detectar. Las cargas de profundidad hacen mella y la única manera de escapar del enemigo es posándose bajo el mar. Táctica brillante de un oficial alemán a la altura de las circunstancias.

4ºMovimiento: Una vez vuelve el submarino a ser detectado, sigue la busca y captura del mismo. Mitchum decide atacarles la moral. A ráfagas. Aproximarse y lanzar cargas de profundidad para posteriormente dejar cierta distancia y volver a la persecución. No darles tregua.

5ºMovimiento: Las fichas negras (perdón, el submarino) se pone a cantar a todo volumen para demostrar que siguen vivos. Han perdido las piezas importantes, están más cerca del jaque mate que el enemigo, pero siguen mostrando un orgullo que les puede dar opciones.

6ºMovimiento: Tras las acometidas del destructor, el oficial al mando del submarino descubre un modus operandi en los ataques constantes del destructor y decide que hay un ligero momento entre ataque y ataque en el que el destructor es vulnerable. Lanzarán cuatro torpedos con suficiente distancia entre todos para que, al menos uno, pueda dar en el objetivo y dejar dañado al enemigo.

7ºMovimiento: Jaque a las blancas. El destructor arde, y ve como la partida se vuelve en contra. Están cerca del Jaque mate, pero Mitchum se guarda una estrategia: Simula incendio en el barco para ver si el enemigo pica el anzuelo y sale a la superficie.

El submarino sale a la superficie y ofrece cinco minutos a la tripulación del Destructor para abandonar el barco. Pasados esos minutos, serán torpedeados. Pero Mitchum tiene ganas de continuar con su guerra particular, comienzan a disparar al submarino y se lanzan con todo a por él.

Sabiéndose tocado y casi hundido, el oficial interpretado por Curt Jürgens ordenará abandonar el submarino y colocar las cargas explosivas. El final, feliz, nos deja una partida en tablas. Sobreviven los dos oficiales, ayudados por los hombres de ambos contendientes, y la explosión del submarino provoca la pérdida de ambos buques: La partida ha quedado en TABLAS.

Guerra sin honor
Al inicio de la película tiene lugar la única parte realmente con moralina de toda la aventura. Centrada en las hazañas bélicas de los dos bandos, hay un momento de charleta corto, donde conocemos a los dos líderes, los dos protagonistas principales. Entre ambas charlas conocemos no solo (como he mencionado antes) el pasado de pérdidas de ambos, si no cierto hastío de la guerra.

El oficial alemán llegará a cuestionar la guerra en la que están combatiendo. Primero, comentando que los torpedos en la Gran Guerra, muchas veces no salían del tubo, y que ahora es difícil fallar: "Han suprimido el error humano. Han deshumanizado la guerra". Esa deshumanización, y otra frase donde menciona que "no hay honor en esta guerra" serán claves en el devenir de la película.

Por un lado, parece cierta la pérdida de honor en el tramo final. Uno cuando es niño disfruta con las peripecias de la película y aplaude que, casi hundidos, Mitchum derrote al alemán, que son los malos. ¿o no? Porque si algo deja la película es el amargo regusto de saber que uno de ellos hace trampas en la partida. Sí, nuestro querido Robert Mitchum. En el momento en que han sido tocados, el submarino alemán emerge para rematar el buque, pero en lugar de hacerlo al momento, tiene ese honor de una guerra que, como hemos dicho se ha perdido.

Ese honor hará que le de tiempo a su enemigo a darle caza. En cierto modo uno puede decir que es la clásica jugada del gato que se entretiene con el ratón una vez cazado. Pero en este caso no es así. El submarino juega con honor, no queriendo matar a inocentes, dándoles la oportunidad de vivir, y Robert Mitchum actúa como parte de esa "deshumanizada" y "deshonrosa" guerra. Al menos durante ese momento.

Porque si en algo estaban equivocados ambos personajes al principio de la película, es en esa parte de la deshumanización. En el tramo final, los supervivientes de ambos bandos actuarán juntos para salvar a sus oficiales que, al mismo tiempo, trabajan juntos para abandonar sus naves y sobrevivir. Toda una lección de humanidad en medio de la guerra. Repetimos, no son nazis, son seres humanos.

Montaje
La película es trepidante gracias, sobretodo, a dos buenos artilugios. El primero, la utilización del sonido y los efectos visuales, que hacen que la batalla submarina sea espectacular. Por otro, un montaje que nos mantiene en vilo en todo momento. El toma y daca de la historia sostendría una película por sí sola, pero un gran montaje contribuye a que el efecto sea todavía más sobresaliente. El ritmo no decae en ningún momento desde que el destructor descubre y da con el submarino.

Ese ritmo nos mantiene pegados al televisor, sin dejar de respirar y, sobretodo, sin saber qué sucederá. No es una película fácil de prever por el mero hecho de que no hay buenos ni malos. Aquí se reparte el protagonismo de ambos bandos desde el mismo momento que una superestrella del momento como Robert Mitchum comparte tamaño de letra y protagonismo con un alemán venido a Hollywood. Ese duelo en el cartel se traslada a las aguas de Océano con gran acierto. Vemos, más o menos, a ambos contendientes los mismos minutos en pantalla, y nos caen lo suficientemente bien los dos como para no saber de qué lado ponernos.

Eso deriva en que en el tramo final no sepas quién podrá ganar, si bien que la partida acabe en tablas es una solución salomónica que fue, finalmente la escogida. Y eso que llegados a ese tramo, uno ya se ha postulado (al menos en mi caso) a favor del submarino, y le chirría la manera un tanto "deshonorable" de conseguir igualar la contienda por parte de un actorazo como Robert Mitchum.

Pero, otros detalles que hacen atractiva la película son pequeños juegos que se realizan durante la película y que son de esos que suelen pasar desapercibidos pero merece la pena hablar. Uno ya lo he comentado, con el cambio de plano de relojes para pasar del submarino al destructor. El otro, es cuando en el destructor uno de los marineros está "pescando" con una caña. La cámara sigue la caña hasta bajar de la superficie del mar, y se adentra en las profundidades donde, una vez abajo, nos descubre al submarino, quieto, silencioso, aguardando pegar un zarpazo. Son dos gestos que denotan ingenio y buen gusto en un actor reconvertido a director como Dick Powell al que toca agradecer su esfuerzo en esta película.

Crítica
Trepidante. Ya lo he dicho pero es la palabra que mejor define esta película que, con un montaje perfecto, un engranaje de reloj suizo que funciona a las mil maravillas como una película de hazañas bélicas. No se trata de una película de comandos, pero se podría catalogar en ese tipo de cine no crítico con la guerra y que intenta entretener al espectador manteniéndolo en vilo. Sin necesidad de espionaje, se monta un thriller con dos enemigos intentando darse caza mutuamente.

La película tiene un hueco de honor dentro del subgénero, una de #AventurasSubmarinas que merece la pena revisionar cada cierto tiempo. He de reconocer que desde el primer visionado me encantó, y que hacía relativamente poco tiempo (unos cinco años) que la había visto por última vez. Pero el estar con boli y papel al quite de la película me ha hecho descubrir ciertos detalles de la película que merecían la pena dejar escritos en el blog.

Si la habéis visto, ya estáis tardando en revisionarla una ve concluyáis esta lectura. Y si no la habéis visto, habéis tardado mucho en descubrirla. Dedico esta última línea a El Fancine, para comentarle que no me obligue a escoger entre mamá y papá, entre el cine más moderno y realista y un entretenimiento puro y duro que se devora del tirón como un el gran clásico que es.

Nota: 8,25
Lo Mejor: Ese juego del gato y el ratón, esa partida de ajedrez que devoramos con gusto
Lo Peor: Un final quizá un tanto "quedabien" por no dejar mal a nadie

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