La Lista de Schindler (Steven Spielberg, 1993)

Este marzo se cumplen 25 años del estreno en España de una de las Obras maestras más grandes que nos ha deparado el cine, una película que nos trasladó el miedo y el horror del  Holocausto con cierto carácter "casi documental". El cine sobre la temática no volvería a ser el mismo tras la irrupción de la gran obra de Spielberg: "La lista de Schindler", una película que tocaba la fibra, que mostraba la madurez de un cineasta tachado de taquillero pero "poco profundo" en sus años mozos.

El rey Midas de Hollywood no fue el único asociado a este proyecto que, por narices, debía llevar su nombre. El hecho de ser de familia judía, de haber tenido siempre muy buen feeling con el nazismo y/o la II Guerra Mundial en sus películas (Saga Indiana Jones, por ejemplo) hacen pensar que había nacido para este proyecto. Una obra que no podría haber realizado hasta no llegar a su cima como director. Esa cima que llegaría en los años noventa, con esta obra y, posteriormente, "Salvar al soldado Ryan", sus dos Oscars como Director.


Siete estatuillas coronaron a esta película que se preestrenó en 1993 para aspirar a los premios de la Academia de aquella edición. De haberse estrenado posteriormente, se las hubiera tenido que ver con "Forrest Gump", "Pulp Fiction" y "Cadena perpetua"... vaya cosecha la de 1994. Nadie dudaría que, igualmente, se hubiera sido coronado como la mejor película del año.

Blanco y Negro
Nadie lo duda porque desde el minuto 1 de esta obra se ve que estamos ante algo grande. Un drama mastodóntico, de tres horas de duración que a través de los ojos de Schindler se nos muestran las fechorías nazis y, sobretodo, lo duro que era vivir en el Ghetto y posteriores campos de prisioneros. Sobretodo si tienes un zumbado y sádico jefe nazi como Amon Göth (Ralph Fiennes).

El primer detalle que llama la atención es la utilización del Blanco y negro. La película fue la primera película en b/n galardonada con el Oscar a la Mejor película desde los años 60, donde se normalizó el uso del color. Ese toque le daba mayor realismo a la película, paradojicamente, puesto que nos invitaba a verla casi como un documental.

Esa ausencia de color servía, al mismo tiempo, para que la profundidad de campo y la iluminación jugaran un papel esencial. Clave en esa secuencia donde el personaje interpretado por Ben Kingsley le muestra a Schindler la lista. Schindler, de espaldas a cámara, recibe el haz de luz como si fuera un Dios, mientras que esa lista de judíos salvados debe ser vista como las tablas de la ley.

Esa profundidad de campo nos sirve en muchas secuencias para jugar con dos situaciones dentro de una misma secuencia. Algunas de las ejecuciones indiscriminadas suceden al fondo de la pantalla, mientras en primer plano, más cercano, vemos a quienes observan con detenimiento el asesinato, sin inmutarse.

También el b/n nos sirve para ver cierto homenaje al cine de Eisenstein. Fue todo un acierto llevar la cámara suelta en casi todo momento, para dotar de realismo y hacer partícipe a los espectadores de todo lo que estaba sucediendo. La matanza del Ghetto es, sin duda alguna, uno de los momentos más drásticos, horripilantes y realistas de la historia del cine. Y ahí, en medio de ello, rostros desencajados, planos de masas. Sobra el sonido, y parece que estemos asistiendo a la gran "El acorazado Potemkin" de Eisenstein. Lo mismo se podría decir en la Secuencia de las duchas donde las mujeres parecen aguardar su desenlace fatal.

Actores
Spielberg se valió de un reparto muy coral para dar voz y voto a los supervivientes. Se basó en ellos y el Casting no debió ser nada fácil. Pero, sobretodo, quería caras poco conocidas. Únicamente Ben Kingsley (que ya conocía el sabor del Oscar por Ghandi) tenía horas de vuelo. Para el papel de Schindler se barajó Mel Gibson pero la necesidad de un rostro menos conocido que asociarlo al personaje acabó dando con Liam Neeson en el papel. Neeson reconocería tiempo después que no estaba tan contento de su actuación puesto que Spielberg le miraba milimétricamente cada gesto para corregirle. No era él, pero poco importa puesto que regaló un papel para la historia.

Ralph Fiennes fue a parar para el papel del villano de la película. Ese villano que tenemos todos en la cabeza. No, no es una película de superhéroes, pero el Göth de Fiennes es desde el primer momento de su aparición, hasta esa secuencia final donde se muestra su ahorcamiento, genio y figura, un tío movido por impulsos, por el odio, que parece ser tan listo para razonar, pero tan antisemita como para estar en su salsa en el campo de concentración. Decisiones como la de perdonar a un chaval para posteriormente dispararle o ese discurso previo a la matanza del Ghetto, donde señala que los 600 años de judaísmo en Cracovia dejarán de haber existido y se convertirán en un mito ponen la piel de gallina.

Por último tenemos a Kingsley. Qué decir de él. Un papel aparentemente más comedido pero que nos muestra tal y como es. Nervioso, conocedor de que en cualquier momento puede irse al otro lado. Como cuando acaba por error en un tren camino de Auschwitz y al ser rescatado parece tomárselo todo con tranquilidad y filosofía. Capaz de ir rescatando él solito judíos de la masacre, ofreciéndoles puestos de trabajo para la fábrica de Schindler. Él reparte esperanza y es el nexo entre los nazis y los judíos. Es quien nos sirve para ver lo duro que era ser judío en aquella época y como sobrevivían con lo que podían... un día más.

Banda Sonora
Tras la Banda Sonora se escondía el maestro John Williams. Oscarizado en numerosas ocasiones, simplemente nominado en otras muchas. Un tío capaz de sacarse de la chistera joyas tarareadas en infinidad de ocasiones como las de Star Wars o Supermán, y compositor fetiche del gran Spielberg, a quien dedicó músicas hoy en día inolvidables como las de Tiburón, E.T. o Jurassic Park. Precisamente el mismo año que llegó el revientataquillazus Rex, Williams hizo esta obra de arte.

Porque la dulzura y al mismo tiempo la tristeza que muestran esos violines, esa composición, es abrumadora. Es imposible no imaginar a la niña del vestido rojo recorriendo las calles del Ghetto. Los rostros de quienes tienen por esperanza tener al menos un día más con vida, o esos fusilamientos aleatorios e indiscriminados observados por nosotros, cómplices de la historia. La música de Williams, lo digo, es una de las más bonitas (quizá la que más) de la historia del cine. Y triste, repito, muy triste, de tocar la fibra.

Comentario
La primera vez que vi "La lista de Schindler", era pequeño, tendría 10 años (año arriba, año abajo), y nos la dejó el vecino. Un VHS doble (sí, había que cambiar de cinta) de una película sobre la II Guerra Mundial (eso pensé), una de nazis... como amante del cine bélico me debe de gustar. No había guerra, era un dramón, en blanco y negro (vale que había visto algunas) pero de tres horas de duración. En aquella época lo normal es que me hubiese aburrido. La devoré en el sofá de casa junto a mi madre... del tirón. Y en aquel momento se convirtió en mi película favorita. Ahora tengo un par de películas por delante, pero "La lista de Schindler" sigue siendo, indudablemente, una de mis cinco películas favoritas de todos los tiempos. ¿Y por qué?

Desde los primeros compases, hasta el final, "La lista de Schindler" se muestra como un sólido drama. He destacado sus mejores apartados, con unas interpretaciones fabulosas, una dirección espectacular, una fotografía en b/n que nos muestra todo el realismo con cierto toque documental de aquella época, y una Banda sonora que es una joya inolvidable.

Todo ello unido en tres horas... donde se nos muestran diferentes momentos de esa historia. La creación de Schindler a sí mismo, como los judíos son obligados a entrar al Ghetto, la llegada de Amon, la matanza del Ghetto, los campos de prisioneros, el miedo a ser deportado, trabajar en la fábrica como salvoconducto... y la famosa lista, donde Schindler compró judíos para una nueva fábrica que realmente era un salvoconducto para poder salvar dichas vidas.

La dureza de las imagenes está ahí. A pesar del blanco y negro se muestra con pelos y señales las matanzas indiscriminadas, las fechorías nazis. Schindler lanzando manguerazos a unos judíos que van al matadero, solo por regalarles un último momento de alivio en sus instantes finales de vida. Ese patio donde, desnudos, corren ante la atenta mirada de los médicos para decidir quienes son enviados a la muerte y quienes pueden seguir trabajando.

"La lista de Schindler" es, en definitiva, una obra maestra del cine. No solo de los 90, sino del cine en general, una obra cumbre que merece la pena haber recordado ahora que han pasado 25 años de su existencia. Una película necesaria que marcó el camino al cine sobre el Holocausto. Ninguna película sobre la temática podrá acercarse a ella. Pero, gracias a su existencia, fueron posible otras obras cumbre como "La vida es bella" o "El pianista", ambas casi tan necesarias como la de Spielberg.

También, sirvió para ser la obra cumbre de Spielberg, que llegó a su momento de máxima expresión como cine más íntimo en esta película y en "Salvar al soldado Ryan", ambas mostrando a un director muy maduro que es el que hemos podido contemplar en este Siglo XXI. Si la visteis hace años, os invito a volver a contemplar la hermosura y crudeza de "La lista de Schindler". Y si nunca la habéis visto, no sé a qué estáis esperando. Es un pedazo de algo más que celuloide. Es un pedazo de historia del holocausto, hecha arte.

Nota: 10

Lo Mejor: Dirección, actuaciones, banda sonora, fotografía...etc.
Lo Peor: Par de pequeñas dosis de sensiblería que se le perdonan.

Comentarios

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *