El cine español llega a la Segunda Guerra Mundial. Años, décadas en las que no había vida más allá del conflicto patrio y ahora, por fin, España y su cine dan un paso adelante.
El Fotógrafo de Mauthausen es una incursión interesante y entretenida, pero lo que más nos gusta es que abre un nuevo camino en España. Se puede ir más allá. La película de Mar Targarona cumple y nos deja con ganas de ver más cine bélico realizado en España. O, como en este caso, cine que se acerque al bélico.
El Fotógrafo de Mauthausen no se va a instaurar entre las favoritas del público más entendido. Amante del cine bélico, te diré que esta película llamará tu atención pero no dejará poso en ti. No lo hará porque no pasa de
ser un film bien hecho, entretenido, pero con algunos problemas que deslucen bastante el resultado final. Y si te estás preguntando qué tal lo hace Mario Casas, te diré que hace uno de sus mejores papeles (más allá del cine de Álex de la Iglesia).
Mar Targarona juega con un punto a su favor, el de ser la primera en un campo completamente nuevo para el cine español.
La historia de Francesc Boix en el campo de concentración de Mauthausen es un punto de partida perfecto. Aquel fue ‘el campo de los españoles’, algo que la película acierta a definirnos con nitidez en el arranque del film.
Y se centra al cien por cien en la historia de los españoles, en la historia de Boix, dejando al lado el campo en general. Algo que es normal siendo un film español, pero que en este caso nos deja la sensación de vacío en el campo, y recordemos que Mauthausen fue uno de los campos de concentración más importantes de la Alemania Nazi.
Parece que solo hay españoles. De hecho parece que apenas hay medio centenar de presos, en total. Aunque
la dureza de la vida en el campo está bien mostrada, nos hubiera gustado ver una mayor sensación de grandeza. Y sí, El Fotógrafo de Mauthausen va sobre Boix y los españoles, ¿pero no tiene este género algo en el que nos gusta ver ambición y grandeza? Este film quiere ser grande, quiere ser ambicioso, pero falla en aspectos como este.
Vemos y escuchamos sobre
‘La Escalera de la Muerte’ y nos sobrecogemos. Por más que hayamos leído mil veces sobre ella, verla ahí, con los presos subiéndola, estremece. Lo mismo que una escena dentro de uno de esos camiones de la muerte, aquí más bien furgoneta, en la que sufrimos al lado de los protagonistas por el simple hecho de escuchar la palabra gas. Es en esos momentos donde
El Fotógrafo de Mauthausen crece, mientras pierde cuando el guion se muestra tal y como es: plano.
El film vive de mostrar la dureza del campo, y
nos recuerda en algunos instantes a La Vida es Bella, a La Lista de Schindler, casi descaradamente. Y no, no llega a asomarse al mismo nivel de estas, simplemente coge ideas de una y otra, sin reparo. Como guiños al género no está mal, pero no pasa de ser algo que en algún momento chirría, ya que no aporta un valor añadido al film.
Un valor añadido de El Fotógrafo de Mauthausen es precisamente su intento de ser lo más fiel posible. Aunque esto, a su vez, la acerca demasiado al documental.
Salimos del cine satisfechos, tras apreciar que el cine español es capaz de ir más allá de la guerra civil en lo que a cine bélico se refiere. Esperamos ya el siguiente paso, que esto sea el inicio de algo y no un simple acercamiento puntual.
Nota: 6
Lo Mejor: Consigue mostrar la dureza extrema que conllevaba residir en ese campo del horrorLo Peor: Un guión bastante sencillo
Mar Targarona juega con un punto a su favor, el de ser la primera en un campo completamente nuevo para el cine español. La historia de Francesc Boix en el campo de concentración de Mauthausen es un punto de partida perfecto. Aquel fue ‘el campo de los españoles’, algo que la película acierta a definirnos con nitidez en el arranque del film. Y se centra al cien por cien en la historia de los españoles, en la historia de Boix, dejando al lado el campo en general. Algo que es normal siendo un film español, pero que en este caso nos deja la sensación de vacío en el campo, y recordemos que Mauthausen fue uno de los campos de concentración más importantes de la Alemania Nazi.
Vemos y escuchamos sobre ‘La Escalera de la Muerte’ y nos sobrecogemos. Por más que hayamos leído mil veces sobre ella, verla ahí, con los presos subiéndola, estremece. Lo mismo que una escena dentro de uno de esos camiones de la muerte, aquí más bien furgoneta, en la que sufrimos al lado de los protagonistas por el simple hecho de escuchar la palabra gas. Es en esos momentos donde El Fotógrafo de Mauthausen crece, mientras pierde cuando el guion se muestra tal y como es: plano.
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