Burton Stephen Lancaster, más conocido como Burt Lancaster, fue uno de los grandes actores del Hollywood de los años 50. Trapecista (de los del circo) de profesión, acabaría dedicándose al cine. Galán con cuerpo de atleta, míticos son sus papeles en cine de aventuras con el que crecimos como "El temible burlón" (en mi opinión, la mejor película de piratas de la historia) o "El halcón y la flecha". Pese a ello, dos de sus mejores papeles en la historia del cine guardarían estrecha relación con el cine bélico. Es por ese motivo, y aprovechando que recientemente he revisionado dos de sus películas, que toca dedicarle una entrada.
Sus pinitos en el género se remontan a 1951, en la comedia de aventuras "Diez valientes", donde da vida a un soldado de la Legión extranjera en el Sáhara. Una película tan modesta como su primera película que se podría tildar de propiamente bélica: "Huracán de emociones", donde aparece junto a Virginia Mayo. En ella Lancaster da vida a un hombre acusado de deserción que se ve obligado a narrar cómo ha acabado ahí, líos de faldas y la lucha contra el enemigo japonés protagonizan otro título menor.
Sin embargo, ese 1953 Lancaster protagonizaría uno de sus más míticos papeles y la que posiblemente sea su escena más mítica. Torso desnudo, una playa y Deborah Kerr de acompañante. ¿Saben el resto? Si hay menores delante, no narraré la escena. El caso es que "De aquí a la eternidad" apenas contenía cinco minutillos de reloj bélicos, pero era un drama sobre el ejército con el bombardeo a Pearl Harbor en el horizonte, suficiente para incluir la película de Lancaster en esta lista. Eso sí, no la veo lo suficientemente bélica como para haber incluido al actor (ni a Montgomery Cliff) en el #Belicómetro actoral donde, sin duda alguna, merecía hueco... el mismo hueco que tuvo en unos Óscars a los que sería nominado por primera vez.
A partir de ahí, la carrera de Lancaster se iría moviendo hacia el Western, al que dedicaría algunas de sus mejores películas como "Veracruz" o "Duelo de titanes", hasta que en 1957 fue reclutado para subir a bordo de un submarino en "Torpedo". Al igual que su personaje en "De aquí a la eternidad", el bueno de Burt tenía que lidiar con un superior con el que no congeniaba. Y sus intentos por ascender se quedarían ahí. Él es un hombre de ejército, y en este caso, de la marina. A pesar de ello cuida de su rebaño a la par que de su superior, un Clark Gable con el que mantiene uno de los duelos actorales más destacables del cine bélico.
En 1959 llegaría otro título menor, como "El discípulo del diablo". Y no será por falta de buenos mimbre, ya que tras las cámaras estaba un especialista como Guy Hamilton, y de coprotagonista Kirk Douglas. La historia, ambientada en la Guerra de Independencia americana es hoy en día una rareza. Pero tras este pequeño paso, Burt Lancaster volvería a protagonizar dos títulos grandes del cine. En primer lugar "Vencedores o vencidos" ese título judicial con Nuremberg en el fondo, donde realizaba el rol de científico alemán con oscuro pasado. Pese al exitazo en cuanto a nominaciones y premios de la película, Lancaster no logró el reconocimiento que sí obtendría Maximilian Schell.
En 1964 llegaba el que posiblemente sea su gran papel bélico en "El tren", un film trepidante de principio a fin con la Resistencia francesa como protagonista y el boikot (basado en hechos reales) por parte del servicio ferroviario a los alemanes. Con la excusa de unas obras de arte que Hitler quiere enviar a Alemania en plena retirada tras la invasión aliada en Francia, John Frankenheimer realiza una película repleta de acción con toda la intriga de una trama bien orquestada. A destacar tanto a Lancaster, como a Wolfgang Preiss. Ese mismo año, como curiosidad, Lancaster intervendría en "Siete días de mayo" una película no estrictamente bélica pero con la guerra fría como telón de fondo.
La carrera de Lancaster se extendería mucho más allá y no dejaría del lado el cine bélico. De este modo protagonizaría la película de Sydney Pollack "La fortaleza" uno de esos títulos muy olvidados pero que reconozco que de pequeño era de mis favoritas. Una turbia historia con un castillo en Bélgica que parece sobrevivir ajeno a la guerra... y con la batalla de las Ardenas en el fondo, con un asedio alemán final que estremece.
Igual que estremecerían los finales de sus siguientes películas bélicas. En 1977, ya siendo un veterano del cine, revolucionaría los Estados Unidos en "Alerta Misiles" una película menor de Robert Aldrich, con un montaje bastante conseguido pero una trama que pierde fuelle. En 1978 se apuntaría a la guerra de Vietnam con la irregular "La patrulla", cuyo título en español no hace justicia al original "Go tell the spartans". Pero de su tramo final el papel más memorable o que más gente recordará es el del Coronel Durnford en "Amanecer Zulú", película que relataba detalladamente la batalla de Isandlwana, uno de los mayores fiascos del ejército imperial británico, y que podría considerarse precuela de "Zulú" (1964).
Por último, Burt Lancaster se despediría del cine bélico en 1981 con el drama bélico "La piel", dirigido por Liliana Cavani, y con otro peso pesado del a actuación como Marcello Mastroiani, y la belleza Claudia Cardinale como coprotagonista. En ella, Lancaster ejercía otro alto cargo, el de un General que negocia con un mafioso para conseguir prisioneros alemanes tras la rendición alemana en Italia.
Hasta aquí el extenso repertorio de Burt Lancaster en el cine bélico. Una carrera en la que le hemos visto en diferentes rangos y frentes. Desde el Pacífico de la II Guerra Mundial a Bélgica. De la guerra de Vietnam a la Guerra fría. En Pearl Harbor o en la Italia ocupada por los aliados. Sin olvidar conflictos anteriores como el de la Guerra de Independencia estadounidense. De todos sus papeles y películas en el cine bélico, ¿Con cuáles os quedáis?
Poco más que decir. Uno de los grandes. Y probablemente el actor más versátil que ha existido. Podía hacer literalmente cualquier papel y hacerlo perfecto. Recuerdo su Hombre de Alcatraz, una lección magistral de cómo se puede ser intenso sin apenas moverse.
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