En nuestro Especial homenaje a la Guerra Civil española no podía faltar la que (en mi opinión) es la mejor película (Segunda mejor, según filmaffinity) jamás hecha sobre la contienda: La vaquilla, del maestro García Berlanga, autor de mi película española favorita: "El verdugo".
Años y años tardó en poder llevar a cabo esta idea su director, en primera instancia debido a que era una película imposible de realizar durante el franquismo. Finalmente, en 1985 vio la luz este ya clásico del cine español, una comedia desternillante, de enredo, con el tema de la Guerra Civil de fondo y donde, como en mucho cine de la época, no se acaba de mojar en exceso.
Sinopsis
España, 1938, Frente de Aragón. En medio de una guerra sin batallas, el ejército Nacional anuncia por megafonía las fiestas del pueblo al lado, donde, entre otras actividades, habrá una corrida de toros con una vaquilla. El Brigada (Alfredo Landa) del Ejército Republicano del otro lado del frente ideará el plan para robar dicha vaquilla y traerla a lado republicado para comérserla. Para la labor contactan con un Teniente (José Sacristán) y el resto del equipo estará formado por un aprendiz de cura, un ex torero (para torear a la vaquilla) y un joven que es de dicho pueblo.
Irán, con vestimentas nacionales y ahí empezará el disparate. Primero con la inutilidad inicial del torero para matar a la vaquilla, lo cual conllevará que esta salga del establo para el encierro matinal. En dicho encierro la vaquilla herirá al Brigada (recordemos, Alfredo Landa). Los cinco acabarán en un río bañándose cuando llegan otros soldados nacionales que les invitarán a desayunar.
Ya en el pueblo van a visitar a la novia del soldado que vivía en dicho pueblo antes de la guerra (él, vendado toda la cara para que no le reconozcan en el pueblo), pero esta le dirá que está saliendo con un oficial enemigo (Juanjo Puigcorbé). De ahí el grupo acabará en una barbería donde, cosas de la vida, el Teniente acabará afeitando al Coronel Nacional, que le contrata para ser su barbero a partir del día siguiente.
Con la idea clara de acabar por conseguir la vaquilla, acabarán intentando desahogarse en un prostíbulo, pero llega el oficial Nacional muy afín a la iglesia a desmontarles el chiringuito y a obligarles a ir a la procesión. Vuelta al enredo, mientras el soldado "cornudo" continúa intentando volver con su novia.
Tras la comida popular que disfruta todo el pueblo, el torero acabará teniendo que torear y poner las banderillas a la vaquilla, mientras el resto de la tropa intenta esperarle para largarse de allí, ya resignados sin la codiciada pieza. El torero acabará siendo alabado, mientras que los otros la lían con los petardos para causar revuelo. En ese momento la vaquilla se escapará... y los miembros del equipo republicano, una vez han conseguido recuperar al quinto soldado, deciden largarse de ahí.
En su escapatoria nocturna, tras pasar por casa de los padres del soldado "cornudo", acabará llegando ahí un marqués del pueblo que va en silla de ruedas. Aprovecharán para llevárselo consigo como salvoconducto. Pero como nada podía ir bien, acaban descubriendo que están en un campo de minas. Ahí deciden dejar al rico hombre con su silla de ruedas tirado en la noche, y ellos intentan volver a sus líneas.
Ya en las líneas, a la mañana siguiente, los cinco soldados son castigados a ser rapados. Alguien anuncia que hay una vaquilla en medio de la tierra de nadie y ahí va el torero a por ella. Se encontrará con el torero del bando Nacional, un viejo amigo (que precisamente era el torero en la fiesta taurina de la tarde anterior). El festival no acaba ahí, intentando llevarse cada uno a la vaquilla para su bando, esta acabará muriéndose de pena en medio de la tierra de nadie.
Crítica
Sin duda alguna, la comedia de enredo le iba como anillo al dedo a Berlanga y Azcona (el co-guionista). Aquí se nos muestra a cinco personajes cada uno con sus problemas, metidos de lleno en territorio hostil, fuera de su hogar. El cornudo que ve como su novia se lía con un oficial del enemigo, el ex torero que le cuesta matar a una pobre vaquilla y acaba saliendo a hombros en zona enemiga, o el aprendiz de cura que, rescatado de un prostíbulo, acaba en medio de una procesión.
Ayuda, y mucho, contar con esos dos artistas como la copa de un pino que son Alfredo Landa y José Sacristán, como los dos oficiales al mando. Pero el pulso narrativo de un guión bastante bien llevado y de unos planos marca de la casa, es el punto fuerte de la película. Desde ese plano secuencia inicial por las trincheras republicanas, se denota amor por el trabajo, unas trincheras que veremos poco en la película pero que fueron realizadas para el proyecto, si había que gastar en realismo, se gastaba.
Como el resto de planos secuencias brillantes que hay en la película, con especial mención a esa comida en la zona Nacional donde se nos van mostrando a los altos jefes a la mesa o, posteriormente, cuando el torero ve a un viejo amigo y acaba siendo "reclutado" para torear. Sin duda alguna la película tiene diferentes situaciones cómicas que ayudan a hacernos pasar el rato, pero en el fondo el mensaje claro de ese final.
Un final en el que la vaquilla, hastiada, con poca fuerza, acaba muriendo ella sola, mientras intentaban repartírsela republicanos y nacionales. La canción de fondo, reconociendo que "ella sola se murió de pena" y los buitres comiéndose los restos no deja de ser una visión de España. Una España que la guerra la hizo morir de vergüenza y cuyas consecuencias serían servir de alimento para los buitres.
No daba puntada sin hilo en ese final el bueno de Berlanga, concluyendo la película de la mejor manera posible. No hay vencedores y sí vencidos en ese final donde ninguno de los dos bandos se queda con la vaquilla, muerta en tierra de nadie, otra víctima de la guerra que poco importa a los dos bandos por mucha hambre que pueda haber. Que la vaquilla (España) se muriera ahí, de aquella cruel manera, poco parecía importar a nadie más que a los buitres con los que concluye este alegato antibelicista, esta comedia con estilo.
Puede que Berlanga haya tenido films más lúcidos, o puede, simplemente, que algunos republicanos le echen en cara no tener mala sangre con el enemigo y algunos franquistas le echaran en cara su partidismo algo más republicano. El caso es que no termina de mojarse pero deja claro que esa guerra, ese gran error, mató a España de pena. Y, el arte de Berlanga, nos trajo una gran obra sobre la Guerra Civil.
Nota: 8,5
Lo Mejor: El guión de Azcona y Berlanga, y los planos secuencia, sensacionales.
Lo Peor: Que, como casi todo el cine sobre la Guerra Civil, procure no molestar en exceso a alguno de los bandos.
Años y años tardó en poder llevar a cabo esta idea su director, en primera instancia debido a que era una película imposible de realizar durante el franquismo. Finalmente, en 1985 vio la luz este ya clásico del cine español, una comedia desternillante, de enredo, con el tema de la Guerra Civil de fondo y donde, como en mucho cine de la época, no se acaba de mojar en exceso.
Sinopsis
España, 1938, Frente de Aragón. En medio de una guerra sin batallas, el ejército Nacional anuncia por megafonía las fiestas del pueblo al lado, donde, entre otras actividades, habrá una corrida de toros con una vaquilla. El Brigada (Alfredo Landa) del Ejército Republicano del otro lado del frente ideará el plan para robar dicha vaquilla y traerla a lado republicado para comérserla. Para la labor contactan con un Teniente (José Sacristán) y el resto del equipo estará formado por un aprendiz de cura, un ex torero (para torear a la vaquilla) y un joven que es de dicho pueblo.
Irán, con vestimentas nacionales y ahí empezará el disparate. Primero con la inutilidad inicial del torero para matar a la vaquilla, lo cual conllevará que esta salga del establo para el encierro matinal. En dicho encierro la vaquilla herirá al Brigada (recordemos, Alfredo Landa). Los cinco acabarán en un río bañándose cuando llegan otros soldados nacionales que les invitarán a desayunar.
Ya en el pueblo van a visitar a la novia del soldado que vivía en dicho pueblo antes de la guerra (él, vendado toda la cara para que no le reconozcan en el pueblo), pero esta le dirá que está saliendo con un oficial enemigo (Juanjo Puigcorbé). De ahí el grupo acabará en una barbería donde, cosas de la vida, el Teniente acabará afeitando al Coronel Nacional, que le contrata para ser su barbero a partir del día siguiente.
Con la idea clara de acabar por conseguir la vaquilla, acabarán intentando desahogarse en un prostíbulo, pero llega el oficial Nacional muy afín a la iglesia a desmontarles el chiringuito y a obligarles a ir a la procesión. Vuelta al enredo, mientras el soldado "cornudo" continúa intentando volver con su novia.
Tras la comida popular que disfruta todo el pueblo, el torero acabará teniendo que torear y poner las banderillas a la vaquilla, mientras el resto de la tropa intenta esperarle para largarse de allí, ya resignados sin la codiciada pieza. El torero acabará siendo alabado, mientras que los otros la lían con los petardos para causar revuelo. En ese momento la vaquilla se escapará... y los miembros del equipo republicano, una vez han conseguido recuperar al quinto soldado, deciden largarse de ahí.
En su escapatoria nocturna, tras pasar por casa de los padres del soldado "cornudo", acabará llegando ahí un marqués del pueblo que va en silla de ruedas. Aprovecharán para llevárselo consigo como salvoconducto. Pero como nada podía ir bien, acaban descubriendo que están en un campo de minas. Ahí deciden dejar al rico hombre con su silla de ruedas tirado en la noche, y ellos intentan volver a sus líneas.
Ya en las líneas, a la mañana siguiente, los cinco soldados son castigados a ser rapados. Alguien anuncia que hay una vaquilla en medio de la tierra de nadie y ahí va el torero a por ella. Se encontrará con el torero del bando Nacional, un viejo amigo (que precisamente era el torero en la fiesta taurina de la tarde anterior). El festival no acaba ahí, intentando llevarse cada uno a la vaquilla para su bando, esta acabará muriéndose de pena en medio de la tierra de nadie.
Crítica
Sin duda alguna, la comedia de enredo le iba como anillo al dedo a Berlanga y Azcona (el co-guionista). Aquí se nos muestra a cinco personajes cada uno con sus problemas, metidos de lleno en territorio hostil, fuera de su hogar. El cornudo que ve como su novia se lía con un oficial del enemigo, el ex torero que le cuesta matar a una pobre vaquilla y acaba saliendo a hombros en zona enemiga, o el aprendiz de cura que, rescatado de un prostíbulo, acaba en medio de una procesión.
Ayuda, y mucho, contar con esos dos artistas como la copa de un pino que son Alfredo Landa y José Sacristán, como los dos oficiales al mando. Pero el pulso narrativo de un guión bastante bien llevado y de unos planos marca de la casa, es el punto fuerte de la película. Desde ese plano secuencia inicial por las trincheras republicanas, se denota amor por el trabajo, unas trincheras que veremos poco en la película pero que fueron realizadas para el proyecto, si había que gastar en realismo, se gastaba.
Como el resto de planos secuencias brillantes que hay en la película, con especial mención a esa comida en la zona Nacional donde se nos van mostrando a los altos jefes a la mesa o, posteriormente, cuando el torero ve a un viejo amigo y acaba siendo "reclutado" para torear. Sin duda alguna la película tiene diferentes situaciones cómicas que ayudan a hacernos pasar el rato, pero en el fondo el mensaje claro de ese final.
Un final en el que la vaquilla, hastiada, con poca fuerza, acaba muriendo ella sola, mientras intentaban repartírsela republicanos y nacionales. La canción de fondo, reconociendo que "ella sola se murió de pena" y los buitres comiéndose los restos no deja de ser una visión de España. Una España que la guerra la hizo morir de vergüenza y cuyas consecuencias serían servir de alimento para los buitres.
No daba puntada sin hilo en ese final el bueno de Berlanga, concluyendo la película de la mejor manera posible. No hay vencedores y sí vencidos en ese final donde ninguno de los dos bandos se queda con la vaquilla, muerta en tierra de nadie, otra víctima de la guerra que poco importa a los dos bandos por mucha hambre que pueda haber. Que la vaquilla (España) se muriera ahí, de aquella cruel manera, poco parecía importar a nadie más que a los buitres con los que concluye este alegato antibelicista, esta comedia con estilo.
Puede que Berlanga haya tenido films más lúcidos, o puede, simplemente, que algunos republicanos le echen en cara no tener mala sangre con el enemigo y algunos franquistas le echaran en cara su partidismo algo más republicano. El caso es que no termina de mojarse pero deja claro que esa guerra, ese gran error, mató a España de pena. Y, el arte de Berlanga, nos trajo una gran obra sobre la Guerra Civil.
Nota: 8,5
Lo Mejor: El guión de Azcona y Berlanga, y los planos secuencia, sensacionales.
Lo Peor: Que, como casi todo el cine sobre la Guerra Civil, procure no molestar en exceso a alguno de los bandos.
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