Sesión Doble: Dos rarezas de John Ford


Hoy vamos a hablar de dos películas que John Ford dedicó a la Primera y Segunda Guerra Mundial pero desde un entramado bastante diferente al habitual. Se trata de dos comedias estrenadas a principios de los años 50, en medio de toda una vorágine de títulos sobre el Western. Dos rarezas que no tienen el mismo nivel que la mayoría del cine del director de "La diligencia".

Ford ya tenía tres Oscars cuando en 1950 estrenó "Bill, qué grande eres!", y obtendría un cuarto en 1953, pero no por "El precio de la gloria", película estrenada un año antes, sino por su otro estreno de aquel año: "El hombre tranquilo". Y es que Ford fue así, capaz de en 1950 acabar la trilogía de la Caballería con "Rio Grande", y al mismo tiempo realizar una producción a todas luces menor y en un género distinto (la comedia); capaz de en 1952 estrenar "El hombre tranquilo" y otra comedieta de tres al cuarto.

Ford, que ya había dedicado a la II Guerra Mundial una serie de documentales, también había realizado ese gran homenaje que fue "No eran imprescindibles" a la labor de las lanchas torpederas y a los USA en general en Filipinas en aquellos meses oscuros de 1941 y 1942. En los 50 repescó el Ejército pero con cierto toque de humor. A las dos películas de las que hablo hoy se podría añadir las más famosas "Cuna de héroes" y "Escala en Hawaii", ambas claramente mejores a los dos proyectos de los que hablaré.

Bill, ¡qué grande eres!
Con Dan Dailey de protagonista masculino y Corinne Calvet y Collen Towsend en los dos papeles femeninos de una película que promete (visto el cartel) un lío de faldas que realmente no es tal. Su título original, bien distinto es: "When Willie come marching home", un tema procedente de la Guerra Civil americana y que os podrá sonar del clásico de Billy Wilder "Traidor en el infierno", puesto que era el tema que iba sonando en algunos fragmentos de la película. Un hombre se apunta el 7 de diciembre de 1941 al Ejército del aire para demostrar su patriotismo y valía como americano.

El ser un zote en algunos aspectos, pero un as con la ametralladora provoca que sus superiores le tengan en buena estima y le mantengan en tierra, en casa, contra su voluntad, como jefe de Instrucción. Da la casualidad de que está destinado junto al pueblo natal suyo, con lo cual cada vez que va de visita a la familia su padre le mira indignado, al igual que el pueblo, que le tachan de cobarde por no querer ir a la guerra.

Todo ello tras ver al principio del film como le muestran apoyo por su heroísmo de haber sido el primer hombre del pueblo en haberse alistado. Pasan los días y los meses... y los años y ahí sigue el hombre sin ir al combate, hasta que finalmente de casualidad, un Bombardero necesita un artillero, ya que el que tenían está en el hospital. Es su momento, va al combate y víctima de quedarse dormido una serie de circunstancias le harán saltar en paracaidas sobre la Francia ocupada en vísperas (primeros de junio de 1944) del Desembarco.

Una vez ahí, su relación con la Resistencia, y con la líder de un grupo de resistentes (Corinne Calvet) marcarán el devenir y  destino de la película y su protagonista.

Rodada como clara comedia, sobretodo en esa larga espera del protagonista, narrando en voz en off sus penurias, Ford se marca una película digámoslo suavemente "de andar por casa". Sin un reparto estelar, sin vaqueros y sin una historia dramática como las grandes del director. La comedia no fue su fuerte, y aunque con buen sentido del humor impregnaba algunos graciosos momentos en la mayoría de sus producciones, cuando se trataba de entrar de lleno en al comedia Ford tuvo más patinazos que gloria.

"Bill, ¡Qué grande eres!" es un claro ejemplo de ello. Buena voluntad, un homenaje al Ejército estadounidense en una clave totalmente distinta a la que cinco años antes le llevaría a hacer "No eran imprescindibles", y algún que otro momento aceptable pero sin la chispa necesaria para ser memorable (la secuencia del interrogatorio en Francia, como top). No es una mala película si te gustan (como a mi) los clásicos, las rarezas y pasar un rato agradable con una película a todas luces sin grandes pretensiones. Pero viniendo del maestro Ford, algo más de chicha se hubiera agradecido.

Porque incluso la historia de amor con su amada (interpretada por Collen Towsend), o el papel de la francesa no están demasiado trabajados. Sí, quizá, el del propio Dan Dailey, el héroe de la película, que hace lo que puede con una película que no le deja margen para lucirse en exceso. Todo suena a pequeño aquí, ¿A encargo? no lo sé, pero desde luego que a Ford para este proyecto me lo cambiaron.

Nota: 5

El Precio de la Gloria
Si a primeros de 1950 llegaba la anterior película, apenas dos años después se estrenaba esta otra. Ambientada en la Primera Guerrra Mundial y que se trataba de un remake de un film mudo de otro buen artesano del cine bélico (y de aventuras) como fue Raoul Walsh, director de "Objetivo: Birmania", entre otras.

La película se sitúa en 1918 pero bien podría haberse situado en una hipotética ficticia historia de la II Guerra Mundial casi sin querer. Hombres de infantería en un pueblo de Francia, quietos ellos, mientras esperan órdenes que le lleven a la guerra. Entre ellos, un oficial, el capitán Flagg, y su archienemigo en Estados Unidos, un Sargento Primero. La enemistad de ambos irá en in crescendo por ganarse el amor de la hija del tabernero.

Como curiosidad, destacar que dos de los tres papeles recayeron en actores de la obra anterior. Dan Dailey, el héroes de "Bill, ¡Qué grande eres!" ejerce aquí el rol del primer sargento, mientras que la bella tabernera francesa, ¿adivinan? En efecto, el rol fue a parar a Corinne Calvet, la líder de la Resistencia en la anterior comedieta de Ford.

Aquí sí que hay lío de faldas como tema central de la película. Una especie de (perdonen el momento Operación triunfo) por el amor de esa mujer... llevada a la Primera Guerra Mundial. Dos hombres y un destino, en este caso una mujer cuya idea de matrimonio cambiará un poco a esos dos personajes, el de Dailey y la estrella de la película, un curtido en mil batallas James Cagney.

La guerra en un segundo o tercer plano, lejana para un proyecto de este tipo, pero no es de lo que iba ni la historia ni el guión. Menos intento cómico y más dramático (puede) que la descarada broma (perdón por la expresión) de "Bill, ¡qué grande eres!", pero no por ello más seria ni más acertada. Es otro ejemplo de film menor, muy menor, en la filmografía de un director que desde los años 30 en adelante tuvo numerosas grandes películas.

Siento que hoy la Sesión Doble vaya de un genio en "minutos bajos" (no digamos horas, que he demostrado que en esos años hizo grandes películas). Pero esta sección va dedicada a rarezas, a cine menos reconocido, y creo que ambas son dos ejemplos de películas que algunos ni conocerían o, en caso de conocer, puede que no supiérais que tenía la firma de uno de los más grandes de la historia del cine. A quienes quieran oír hablar de buen cine de Ford, recomendarles que repasen en estas mismas líneas críticas/análisis como los que hice de "La patrulla perdida" en conmemoración de la Primera Guerra Mundial, y de "No eran imprescindibles" este mismo año en la IIGM contada a través del cine.

Nota: 5

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