Tierra de todos (Antonio Isasi-Isasmendi, 1962)

Hoy comentaré un título que quizás muchos no conozcáis, rodado en la España del franquismo y que tiene la Guerra Civil por protagonista principal. Se trata de "Tierra de todos", largometraje que descubrí de casualidad hace unos años en un reportaje sobre el cine de la Guerra Civil. Entonces apenas vi unos pocos segundos y el comentario en el programa.

Han pasado varios años hasta que por fin me he dignado en poder saldar una deuda. Y estoy agradecido al descubrimiento, ya que "Tierra de todos" de Isasi-Isasmendi es una notable película, de lo mejor que el cine bélico español ha parido. Y, pese a tratarse de un drama, su inicio bélico pocas veces lo ha igualado el cine español. Estamos ante una película olvidada de la faz de la tierra, con gran injusticia. Una pena pues apuntaba, años antes, a lo que ya apuntaría con sarcasmo "La vaquilla".

Pero la visión del director aquí es amarga. Y sin toque de humor que camufle el auténtico drama de una tierra devastada por sus propios habitantes. Ese plano final con la tierra hecha trizas y el título superpuesto de "Tierra de todos" nos recordará inevitablemente a esa vaquilla que murió sola, pero que entre todos la habían matado. Aquí, en medio de la barbarie, un llanto de un bebé resuena entre muerte y destrucción.

Isasi-Isasmendi nos muestra esa nueva España, la que nació de aquellas cenizas. Lo poco que quedó de una guerra de destrucción fueron las nuevas generaciones, nacidas o crecidas durante tan cruento conflicto y que estaban predestinadas a tirar del país hacia adelante en una ardua tarea en la posguerra. Por ahí irían los tiros de la que podría considerarse la primera película sobre la guerra dispuesta a hablar de reconciliación.

Porque en una España repleta de heridas sin cicatrizar (todavía hoy lo está), se nos muestra la historia de dos enemigos que, habiendo podido ser en otro Universo paralelo amigos de mil y una noches, quedan condenados a compartir techo y entenderse. No en pos del beneficio propio, sino por los inocentes, aquellas primeras víctimas de la guerra.

Por ello, no resulta para nada discutible ni punible ese momento en el que Juan, el soldado republicano, escarmienta a un pobre infeliz que no tenía patria alguna en medio de ese desaguisado. Un hombre sin provecho, que se esconde de la guerra de la cuál no ha tomado partido. El soldado rojo le llegará a espetar que eso no es lo que tocaba. Que por mucho que no quisiera, "a ti te tocará bailar", tal y como han hecho otros. Critica, de esta manera y de un plumazo, a los que obligaron a otros a formar parte de la fiesta.

Ese infeliz personaje no es más que otro peculiar secundario en una cinta repleta de personajes que vienen y van. Como el pobre y loco cartero que parece haberse escondido en su locura para evadirse de la realidad. Realidad que le caerá en los morros mostrando una de las múltiples escenas de horror con la que nos obsequia Isasi-Isasmendi. Por mucho que se quiera huir de la guerra, esta ha llamado a la puerta de casa, y no se podrá huir de sus garras.

El director lanza su alegato en tres partes diferenciadas. La primera, puramente bélica, presenta a los personajes y la situación. La segunda, algo más corta, muestra la convivencia y el paso de los días en esa casa con mujeres, que sin ser un convento, bien pudiera serlo. Y, por último, esa tercera parte donde, para dejar de ver sufrir en un parto a una mujer, Juan (y posteriormente Andrés) olvidarán sus uniformes y el porqué están ahí para colaborar con la causa. Todo un mensaje pacifista del que Franco no quería oír hablar, pues no hubo colaboración alguna para que la producción saliese adelante.

Pese a esos pocos medios para el belicismo puto y duro, el buen manejo de la cámara en la dirección y el montaje dio como resultado una vibrante y muy bien trabajada escena bélica. Tras mostrarnos como los dos bandos deciden llevar una patrulla sobre el terreno, estas patrullas se cruzarán en algo más que palabras para una escena bélica, sin apenas diálogos, de las que quitan el hipo.

Lo hace valiéndose de planos cortos, donde se ven los rostros de terror de los personajes. También lo hace mostrándonos suficiente (y a la vez poco) como para que el espectador, aunque intuya quienes serán los protagonistas, no sepa quién puede caer muerto. Muerte que aguarda a la gran mayoría de esos combatientes, incluido ese joven que Isasi-Isasmendi emplea por señuelo. Pues su rostro desencajado y su miedo harán creer al espectador en algún tipo de gracia divina, de salvoconducto. Y la realidad le depara una horripilante muerte como a la mayoría.

Hechas las presentaciones con mucho arte y maestría, la película sufre algún bajón en su ritmo en una parte más destinada a las rencillas. Curiosamente, el director no atiza a nadie y salvo una escena hablando sobre religión, no hay apenas indicios (más allá de uniformes) de qué soldado pertenece a cada bando. Como si no se quisiera mojar, o no quisiera que el debate se centrara en rojos y negros. Lo único que pretende el film es asegurar el daño que hizo la guerra en un claro mensaje antibelicista, abogando por la paz. Una paz que puede que no lleguen a conocer los personajes.

Esa parte final nos recordará que el hombre, trabajando junto a sus semejantes, puede llegar a salvar vidas, a hacer crecer un país. Y será desde el entendimiento como se consigan hacer las cosas. No obstante, la guerra, cruel y que no hace enemigos, se encargará de dejar claro quién mandaba en 1938. No mandaban ni rojos, ni fascistas, la guerra es la única que, en su ruleta rusa, mandaba. Deciciendo quién vivía y quién moría. España estaba partida en dos,y hacia falta muchos Juanes y Andreses para que saliera adelante.

La película de Isasi-Isasmendi es todo un alegato antibélico que, pese a sus limitaciones y pese a tratar un conflicto que levanta ampollas allá por donde pasa, merece todos los reconocimientos posibles. Aboga por el entendimiento y no culpa a unos ni a otros. Dejando claro que quienes acaban sufriendo en sus carnes las consecuencias son los inocentes. Bien sea ese grupo de mujeres (con la gran Amparo Baró de joven entre ellas) o bien sea la infancia, con ese recién nacido en medio del barro. Notable producción, de lo mejor del cine español sobre la Guerra Civil.

Nota; 7'25

Lo Mejor: Un fulgurante inicio con una escena bélica muy lograda. Y el claro mensaje.

Lo Peor: Algunos momentos denotan poco trabajo de guion en su parte central.

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