Teléfono rojo: Volamos hacia Moscú (Stanley Kubrick, 1964)

Arranco estas líneas para hablaros de la "película del mes" de marzo. Vuelvo a la temática de la Guerra Fría a la que dediqué algunos títulos para comentar la que posiblemente sea la gran película sobre el subgénero, que alcanzaría varias nominaciones al Óscar incluyendo Película, Director o Actor para un inmenso y multifacético Peter Sellers. En efecto, no se trata de otro título que "Dr.Strangelove: Or how I learned to Stop Worrying and love the bomb", que en castellano vendría ser "Dr. Amor Extraño o cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba" título que, pese a su extensión, es uno de los más sobresalientes de cuantos se hayan puesto a una película.

En la dirección nos topamos con un Stanley Kubrick que había alcanzado la mayoría de edad, si bien todavía la madurez total de su filmografía llegaría, en boca de todos, en sus siguientes y particulares proyectos: "2001" y "La naranja mecánica". Pero hablamos de un tipo que ya había rodado "Senderos de gloria" y "Lolita", película (esta última) que le supuso sus primeras menciones en los premios de la Academia. Además de estar presente, pese a renegar de sus labores en algunos momentos, en la épica "Espartaco", para muchos el mejor Péplum de la historia, y que tiene la virtud capital en la filmografía del autor al ser su película made in Hollywood y la que le hizo decidir que, a partir de entonces, haría lo que le vendría en gana.

Y en esas aparece "Teléfono rojo:Volamos hacia Moscú", tras leer una novela de Peter George tan brutal y contundente con la temática de la Guerra Fría, como "graciosa" indirectamente para Kubrick. Con ayuda de Terry Southen y Peter George, Kubrick elaboró un guion que cogiera la esencia de aquella obra, pero alejándola del dramatismo para abrazar esa "bomba", abrazar la locura en forma de sátira que, pese a sus constantes dósis de humor dejaba un poso negro, amargo, en quien observa y contempla una obra crítica con su tiempo. La película iba a estrenarse en 1963, poco tiempo después de la Crisis de los misiles de Cuba, pero el asesinato de JFK propició que se trasladase a 1964, año en que, curiosamente, llegaría "Punto Límite", notable producción de sidney Lumet (ya comentada en el blog) con excesivas similitudes con la de Kubrick pero siendo, esta sí, dramática en todos sus costados.

El tiempo ha hecho que una sea una obra cumbre y la otra haya sido borrada del mapa. Algo injusto para Lumet, pues su película tiene muchísimos ingredientes de un thriller sobresaliente. Pero, volvamos a Kubrick y a como gestó su película sin ayuda del hasta entonces colaborador en la producción, e incluso en el guion (no acreditado) de "Lolita": James B.Harris. El caso es que Harris estaba inmerso en la que sería su primera película tras las cámaras: "Estado de Alarma", otro título, tercero del presente texto, con la Guerra Fría y el apocalipsis como solución final. En este caso trasladada la trama a un submarino, con Richard Widmark obsesionado, cual capitán Ahab, con la caza de un submarino soviético.

Quien está obsesionado con los soviéticos, más allá del país en su práctica totalidad, es el General Jack Ripper, interpretado por un ilustre del Western de Serie B: Starling Hayden. Suyo es el papel detonante de toda esta película, ya que es el General qeu se encarga de dar la orden, de apretar el botón de autodestrucción mundial. Un llamamiento a todos sus bombarderos para que lancen un ataque masivo sobre las principales bases soviéticas, sin que nadie se lo haya ordenado. A partir de ahí se lanza una trama con tres escenarios principales: La base militar, un bombardero y, por último, la sala de guerra donde, paradojas de la vida, no está permitido pelearse.

Tres escenarios donde se va pivotando. La primera parte de la película se centra en la base militar y el bombardero. Y este, omnipresente a lo largo de la obra, será nexo de unión en la segunda parte junto a la sala de Guerra, a medida que la base militar pierda importancia una vez que la situación allí ha sido reconducida. George C.Scott como otro General, cínico y anticomunista, mujeriego, machista... y con una bipolaridad que muestra partes divertidas de la película. Y eso que Scott no quería realizar un papel tan satírico y cómico, pero Kubrick consiguió que hiciera lo que tocaba. Junto a ellos, mencionar sin duda alguna al alma de la fiesta, un Peter Sellers que hizo un triple papel, como oficial británico, como Presidente de los EEUU y, por último, como el Dr.Strangelove, ese loco científico nazi que ha reclutado EEUU por interés, pero que acabará demostrando que no ha dejado de amar a Hitler.

Todos estos personajes y el loco Comandante Kong a bordo de un bombardero que guardará una escena para la posteridad en su tramo final, componen el collage de locos personajes que durante hora y media nos harán reír a carcajadas pese a que todo lo que cuenta, quizás más cercano a la realidad que a la ficción, deja un regusto de pánico general cercano a esa psicosis del cine de SciFi cincuentero. La trama va de un apocalipsis nuclear y es sorprendente como un error humano intencionado, pese a tener tiempo para poderlo solucionar, no tiene una solución clara por mecanismo. Ni los políticos y militares llegan a encontrar soluciones claras. Lo más claro que sacan, en boca de Strangelove, es asumir el destino fatal, intentar salvar a la humanidad y, sobre todo, que haya muchas mujeres "de buenas condiciones físicas (atractivas)" para que los hombres en su labor procreadora de la especie, no tenga pega alguna.

Esa parte sensual y sexual, inherente en toda la obra, es una crítica de Kubrick a lo que sucedió años antes con "Lolita". Entonces, se encargaron de suprimir algunas partes de una obra que, pese a lo sugerente, no quedó del todo como pretendía el autor. Por ello llenó de imágenes obscenas camufladas su "Teléfono Rojo: Volamos hacia Moscú", con símbolos fálicos constantes como el puro o la ametralladora que sostiene Ripper en algunas secuencias de la película, o imágenes como un avión repostando que, indudablemente, sugieren un acto coital entre dos aviones. Todo ello rematado con ese orgasmo constante que suponen las escenas finales de explosiones atómicas.

Aunque para escenas orgásmicas, las que cierran una película bastante redonda del grandísimo y peculiar director. Por un lado, esa escena icónica de la bomba cayendo desde el bombardero, con el Coronel Kong a lomos de la misma, sombrero de cowboy en mano, pegando un grito de emoción antes de caer, junto a esa bomba, al objetivo. En el otro lado, dentro de la sala de guerra, la escena final con Peter Sellers disfrazado de Dr.Strangelove levantándose de la silla de ruedas, tras su enésimo saludo nazi, esta vez sin poder disimular, y diciendo la famosa frase de: "Mein Führer, I can Walk" (Mi Führer, puedo caminar).

Junto a este par, todos los actores tendrán su momento de gloria con alguna que otra escena y diálogo cómico, como esa conversación telefónica del presidente de los USA con su homónimo soviético hablando con un "colegueo" poco usual, y dejando claro que las relaciones podrían ser cordiales, como dos oponentes de Ajedrez, pese a que se jugase una vital partida. El humor llena la pantalla, pero el desolador paisaje que deja su final y ese humor tan cínico que desprende cada escena rodada con muy mala leche dejan entrever que se trabajó al más mínimo detalle esta ¿comedia?.

El resultado es una grandísima obra. Posiblemente no la mejor de su directro, un Kubrick que tiene una de las mejores filmografías de la historia de la dirección, con la gran mayoría de sus obras superando el Notable alto y llegando a la excelencia o el rango de Obra Maestra con no pocos títulos. "Teléfono Rojo:Volamos hacia Moscú" para muchos queda olvidada u obviada cuando se habla de su grandísima filmografía. Y es que sus otras dos aportaciones al cine bélico, su escarceo con "Espartaco", los romances de "Lolita", el suspense de "El resplandor" o cualquier obra suya parece gozar de mejor salud en la memoria de la gente. Y yo lo diré alto, esta película podría pelear perfectamente por estar en el podio del autor.

Nota: 9

Lo Mejor: Peter Sellers en tres papeles, cada cuál mejor. Y no pocas escenas cómicas que son historia del cine.

Lo Peor: La sensación de obra menor que desprende presupuestariamente, posiblemente auspiciada por unos planos del avión excesivamente de maqueta y poco creíbles.


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