La legión invencible (John Ford, 1949)

Segunda parada en la trilogía de caballería fordiana (tetralogía para algunos). Una trilogía que, inicialmente, no se concebió como tal. Y fue el director quien, inspirado por los relatos de James Warner Bellah y los guiones de Frank S.Nugent (aquí coautor del guion junto a Laurence Stallings) quienes propiciaron que de "Fort Apache" se acabara realizando hasta tres obras con nexos comunes, pero historias totalmente independientes. La segunda de ellas se tituló en España "La legión invencible", aunque responde al título original de "She wore a yellow ribbon", referencia a una canción que ya sonaba en "Fort Apache" y que hace mención al pañuelo amarillo que llevan los miembros de caballería y que, en este caso, portan sus amadas esposas o familiares.

Historias independientes pero, con mismo director (Ford), mismo actor protagonista (Wayne) y algunos rostros que se fueron perpetuando en las obras. La caballería de los Estados Unidos, presente a lo largo y ancho de estas tres monumentales obras (guiño a Monument Valley, sí) es la excusa para continuar prácticamente donde se dejó la anterior. Porque si "Fort Apache" concluía con la derrota del General Custer (camuflado bajo otro nombre e interpretado por Henry Fonda), aquí la voz en off nos anuncia el inicio de las guerras indias y el paso del tiempo.

De esta manera se nos presenta al personaje principal, y en esta ocasión se podría decir que único con mayor peso, un Capitán Nathan Brittles que, tras cuarenta años al servicio del Ejército está a una semana de retirarse. Ford pone la cámara para mostrarnos cómo es la vida de este apacible buen hombre, que cuida de los suyos y que quiere ver correr el tiempo sin una gota de sangre. Hastiado de tanta guerra en sus largos años en el Ejército, con una Guerra Civil al frente y las guerras indias merodeando su retiro, es un hombre que vive en el recuerdo de su difunta esposa, a la que va a visitar al cementerio en par de escenas de la película que son, sin lugar a dudas, de lo más emotivo de la propuesta.

Pronto se nos ubica la situación en un fuerte que perfectamente podría ser "Fort Apache" y un Brittles que si bien no responde al nombre de York, como el capitán interpretado por The Duke en la película del año anterior, sí guarda similitudes en cuanto a su relación con los indios y su intento pacífico de que no haya guerra alguna. El conflicto es inevitable, pero Brittles intentará por todos sus medios mantener viva a su tropa a la par que dejar en buenas manos su Regimiento.

Como toda buena obra fordiana, las escenas de Saloon, la conciliación familiar, el romance... todos los ingredientes que forman parte de la vida militar de un militar (y no únicamente la guerra) vuelven a servir al director para pintar un bonito lienzo de caballería donde las personas son lo más importante. Curiosamente, al principio de la película, el propio Brittles espeta al Sargento Quincannon (Victor McLaglen) que ellos se retirarán (el Sargento lo hará quince días después), que el día puede marchar y la noche también, pero el Ejército seguirá ahí. Cambiarán los uniformes o quienes lo vistan, pero la caballería seguirá construyendo ese gran país que es Estados Unidos.

Un discurso muy en la línea de lo que veíamos al final de "Fort Apache" y de lo que volverá a repetir la voz en Off en ese emotivo final de "La legión invencible". Una película mucho más centrada, en esta ocasión, en el ocaso crepuscular de un hombre de ejército. Una temática que se adelantará, todo hay que decirlo, a las dos obras magnas del Western Fordiano: "Centauros del desierto" y "El hombre que mató a Liberty Valance", ambas estrechamente relacionadas con el abandono de unos personajes que viven en un tiempo que no es lo que fuera. Y aquí Brittles, en medio del conflicto, está temeroso de ese final a su carrera militar que está a punto de llegar... ¿Y después, qué?

Mientras intenta resolverse ese misterio, la película vuelve a mostrar el escarceo amoroso de turno. Nuevamente con John Agar de protagonista (no aparecería en "Rio Grande"), pero en esta ocasión con Joanne Dru como esa joven a la que transportan, en lugar de la pequeña Shirley Temple, que ejercía de hija del Coronel Thursday en "Fort Apache". El raid, convoy o como quieran llamarlo con diligencias y el Ejército, para sobrevivir en el hostil territorio indio (formado por Sioux, apaches, comanches, arapahoes y kiowas en pie de guerra) va teniendo sus inoportunas paradas donde el heroismo se hace presente en ese cabo que encuentran malherido.

Cada muerte, cada herida, cada gota de sangre, será una piedra más en la pesada mochila y los hombros de ese grandísimo capitán interpretado por Wayne. Un Wayne al que le caracterizaron con canas para que pareciera mayor. Y el resultado es, cuanto menos, mucho más trabajado que el envejecimiento que sufrió en otro Western de la época: "Rio Rojo". En "La legión invencible", quizás por estar ubicada entre medio de la trilogía de caballería, la trama parece avanzar menos que en "Fort Apache". Pese a la sensación de necesitar un final al tener esa fecha límite en el calendario, la realidad de la película es que estamos ante una incursión o misión que muestra el día a día.

Si "Fort Apache" centraba más de la mitad de la película dentro del fuerte y la vida cotidiana de las familias militares; en "La legión invencible" salimos fuera del confort para estar en peligro constante. Al igual que en "La diligencia" serán las relaciones entre los diferentes miembros de esa expedición, las que centren el interés, con un gran maestro de ceremonias encarnado por Wayne en, hay que decirlo, uno de sus mejores papeles. O, cuanto menos, de los más queridos por ese aspecto de hombre que cuida de los suyos.

Señalar que "La legión invencible" es la única de las tres películas de la incursión inicial en la temática de caballería que fue rodada a color. RKO se encargó de la producción de la película nuevamente (no sería así con "Rio Grande") y en esta ocasión se apostó por el color para resaltar muchísimo más el homenaje que Ford hacía a las pinturas del prestigioso Frederic Remington. Sus lienzos servían a Ford de inspiración. De hecho, en la película estrenada en 1948, pese a ser en blanco y negro, Ford ya encuadraba muchos planos pensando en Remington, aunque el Blanco y negro no hacía lucir igual que las pinturas. Es más, en dicha película, en la conversación final entre periodistas y el Capitán York, se le pregunta a éste si ha visto la pintura que hay en Washington sobre la heroica carga del Coronel Thursday. Un homenaja a Remington en toda regla.

Ese tono de fotografía, si bien en algunos momentos no logra su cometido, le da a la película el aura necesaria para que Ford y Remington se fusionen. Y es en las escenas del cementerio con Wayne ante la tumba de su esposa, donde más sale ganando la película gracias al empleo de color. Un color que en "Rio Grande" volvería a desaparecer.

¿Y qué hay del resto de la producción? Pues volvieron a contar con rostros habituales, como he dicho, a los que añadir a un Victor McLaglen que ejercería en las tres obras como el sargento acompañante de Wayne. En la primera bajo el nombre de Mulcahy, pero ya en "La legión invencible" como Quincannon, nombre que mantendría en el cierre de la trilogía estrenado un año más tarde. Señalar que la labor paterna de Brittles llega a su momento álgido, mezclado con humor, cuando para despedirse de sus hombres y tras la emotividad, invita a beber a Quincannon sabiendo su debilidad por el alcohol. Éste, lógicamente acabará borracho y preso en el calabozo. Cuando Brittles parte en busca de sus hombres para una última incursión, quedará patente que emborrachar a Quincannon se ha hecho para que éste se pase sus últimas dos semanas en el ejército "preso" y, de esta manera, evitar que entre en combate.

Eso sí, quien no huirá del combate, pese a que pueda llevar a la muerte es el propio Brittles que, pese a estar al borde de la jubilación querrá un último show. Lejano a la gloria que pretende el Coronel Thursday de "Fort Apache", el John Wayne de esta película entrará en territorio indio para negociar y, ante la dificultad de que haya paz, decidirá una incursión nocturna que evite el mayor número de muertes posibles para, una vez llegada la medianoche, abandonar la que hasta entonces había sido su vida. No por convicción, sino porque es el ejército el que, por edad, le retira.

Queda pintado, pues, un cuadro donde el hombre no deja de ser un engranaje dentro de esa maquinaria. Pasarán los uniformes, los días, las noches y muchos rostros pálidos... pero, al final de todo, quien seguirá adelante será el Ejército de Estados Unidos. Y, gracias a él, el crecimiento de una nación. De eso tratan estas películas y muy probablemente "La legión invencible" es la que deja el mensaje más claro, con más poso, pese a no contener una escena tan cumbre ni mítica como el desenlace de "Fort Apache". Ford se reinventó para dar otro clásico, pese a tocar muchas de las teclas que ya había tocado un año antes. Y todavía quedaba regalarnos un último show en 1950. Pero, esa historia, llegará la semana que viene

Nota: 8

Lo Mejor: El personaje que crean Ford, guionistas y Wayne. Un Brittles que es un ser querido por todo amante del Western.

Lo Peor: Esa sensación de secuela donde deja al espectador sin clímax claro o una escena bélica majestuosa. Lo cual deja un regusto diferente al espectador en comparación con su predecesora.

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