Crítica de "Sin novedad en el frente"

La tercera incursión del mundo del celuloide en la famosa obra de Remarque "Sin novedad en el frente" tenía el peligro de ser mirada con lupa en comparación con la magnífica obra que parió Lewis Milestone en 1930. Quizás sea por ello que Edward Berger y su equipo de guionistas decidieran tomarse ciertas libertades y desmarcarse del original. No obstante, el director logra mantener la esencia de algunos de sus apartados, y dota de ciertos homenajes cíclicos una obra que, necesaria o no, llega al espectador.

Porque si hay algo que hace necesaria esta nueva versión, es el hecho de adaptar al realismo del cine actual, a la brutalidad en ocasiones un tanto gore que desde que Spielberg nos volase la tapa de los sesos se ha convertido en recurso para gran parte de la filmografía bélica. Pero, curiosamente, la Gran Guerra había pasado de puntillas. Ni "War horse" ni "1917" eran películas sangrientas ni mucho menos. Cada una por como fue concebida acabó mostrándonos algunos de los horrores de la guerra pero no acababa de entrar al 100% al barro, por mucho que la excelente película de Mendes sí nos metiera en la piel de los soldados.

Y ahí Berger pone toda la carne en el asador para deleitarnos en cada pasaje bélico como si de un tren de la bruja camino del infierno se tratara. Constantes ataques que tienen un punto común, pues se avanza y se retrocede con la misma suma facilidad, y vuelta a empezar. El estancamiento de la guerra de trincheras, el barro, la sangre, las ratas, la lluvia... detalles que habíamos vislumbrado en otras obras pero que no habían alcanzado nunca las altas cotas del realismo que esta "Sin novedad en el frente". Es lógico, pues desde "Senderos de gloria" (1957) que era en blanco y negro, el cine bélico de la Primera Guerra Mundial ha brillado prácticamente por su ausencia hasta esta última década.

Aplausos merecidos y ganados, puesto que se podría considerar, en el apartado de realismo, a "Sin novedad en el frente" la "Salvar al soldado Ryan" o la "Blackhawk derribado" de la Gran Guerra. No es moco de pavo. Pero, ¿qué hay del peaje?. El peaje se paga gustosamente pese a que las licencias en cuanto a guion acaban teniendo sus puntos a favor y en contra de la propuesta. Lo mejor y lo peor de este largometraje acaba siendo consecuencia directa de esas decisiones que varían el original para hacer una más que notable versión.

Básicamente, Berger incluye una subtrama relacionada con la firma del armisticio, a la par que acaba adaptando algunas andanzas de la obra original situándolas en el tiempo en esos días finales. El resultado no deja de ser curioso, puesto que vamos viendo esa carrera contrarreloj por acabar con el conflicto a la par que los soldados siguen muriendo en las trincheras. Veteranos hombres hastiados del combate ante los últimos coletazos de una guerra que (supuestamente) iba a terminar con todas las contiendas.

Ese maniqueísmo puede llegar a chirriar, pero las poéticas imágenes con una fotografía espléndida o una Banda Sonora que literalmente taladra la cabeza, más cercana a un circo de horror que a una película bélica, son puntos interesantes que acompañan durante las casi dos horas y media de producción bien ejecutada. El tono cíclico está presente. Si Milestone empleaba unas botas para ello, aquí tendremos par de guiños, con un uniforme, el primero, para ponernos en situación. Y, posteriormente, con la recogida de chapas de los muertos. Dos detalles que no pasan desapercibidos, pues Berger se toma su tiempo en recrearse en el horror del rostro de quienes contemplan la matanza.

Precisamente esa escena inicial, ficticia y que no contenía la obra de Milestone, es uno de los puntos fuertes de la película. Donde el director hollywoodiense y la obra de Remarque nos hacían ver el entusiasmo de los jóvenes para, a posteriori, contemplar la guerra en todo su explendor, aquí Berger nos mete un pequeño chupito del horror del combate para, después, pasar a esos jóvenes que tienen ganas de batallar. Aquí cambiaremos a un profesor por un oficial del Ejército en lo que respecta al enaltecimiento patriótico inherente al pensamiento inicial de esos jóvenes que servirán de carne de cañón.

Quizás el mayor pero de la propuesta híbrida de Berger radica en que por el camino perdemos algo de vista a Paul, el personaje principal. Sí, tiene el protagonismo necesario, pero no acabamos empatizando con él, ni viéndole crecer en ese camino de espinas del que pasa de un pipiolo que huele a muerto a un veterano curtido en mil batallas. También se prescinde de algún momento de pausa que en la original servía para mostrar el sinsentido del combate, del que acaba de perder la perspectiva de cuál es su hogar: hogar será aquel lugar donde tiene a sus semejantes. A sus amigos. Aquí la película prescinde de todo ello y el salto temporal tempranero acaba por dejar una sensación de indiferencia con el pobre y valiente Paul.

Más allá del antibelicismo y el pacifismo que la obra original y sus posteriores películas hacen mención, en esta "Sin novedad en el frente" nos topamos con esa subtrama donde vemos más de cerca a los estamentos. No obstante, el director mete deliberadamente esos acontecimientos consciente de que, de esta manera, podría regalar al espectador con ese tour de force final. La Gran Guerra fue una masacre y una matanza consentida y perpetrada por los grandes jefes de los Estados que la combatieron. Y esa masacre tuvo ese retorcido y macabro chiste final de, una vez firmado el armisticio, no darle validez hasta una hora concreta, lo cual provocó uno de los mayores atentados de la historia de la humanidad: El de oficiales que, conscientes de que la guerra iba a terminar, mandaron a lo que quedaba de sus tropas a morir.

De esta cíclica manera, la película acabará concluyendo tal y como comenzaba. Con un sinsentido en las trincheras de Francia. Con muerte y destrucción por todos los poros. Y con los oficiales, en sus despachos, moviendo los hilos y manejando a su antojo a la humanidad. Remarque y Milestone dispararon en una dirección. Berger, tomándose muchas licencias, aprovecha el original para mezclarlo con otros detalles atroces. Politiza más claramente su obra en pos de un objetivo. Y vaya si lo cumple, "Sin novedad en el frente" acaba siendo una película bélica de los que luchan en tierra, acordándose de todos los muertos de quienes les enviaron a la muerte.

Nota: 7,5

Lo Mejor: Que los cambios efectuados le sientan realmente bien. Y un realismo que el cine actual podía ofrecer y nadie se había atrevido a trasladar a una película de la Gran Guerra.
Lo Peor: No acabar de empatizar suficiente con el personaje principal. Tan clave en la obra original y en la película de Milestone.

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