El próximo 26 de mayo se cumplirán 115 años del nacimiento de un mito del cine: John Wayne. Y, por ello, me ha parecido interesante dedicar este mes al bueno de Wayne. Al torneo #Guerradecinebélico Especial John Wayne, toca añadir los títulos ya vistos este mes sobre las temáticas de la Guerra Civil Americana ("Misión de Audaces") y al cine rodado durante la IIGM con el gran Ford tras las cámaras en "Hombres intrépidos". Para cerrar ciclo volvemos a alta mar con "El zorro de los océanos" un clásico de los años 50 donde Wayne comparte amoríos y cartel con Lana Turner en una de aventuras marinas ambientadas en la II Guerra Mundial.
La trama se inicia en Sidney, Australia, en los albores del inicio oficial de la II Guerra Mundial. Wayne interpreta al capitán Karl Ehrlich, alemán (que no nazi) que capitanea un buque mercante, una chatarra navegante, o eso parece, que está anclada en el puerto australiano. Con las amenazas de ser detenido por los británicos al estar a punto de dar inicio la guerra (Hitler ya ha invadido Polonia), e incluso las propias amenazas de unos alemanes que quieren destruir el buque antes de ser capturado por los británicos, Ehrlich toma la decisión de salvar su barco zarpando y surcando el Pacífico y el Atlántico con intención de llegar a casa, pese a que no comparte las ideas del III Reich.
La película muestra todas sus cartas desde el principio. En esa intro que nos sitúa, con un narrador que resulta ser el oficial británico encargado de darle caza, y con los principales personajes sobre la mesa. Exceptuando los secundarios de turno, el propio Ehrlich, una espía alemana que, como bien se ve venir, inicia la película odiando a Ehrlich pero el amor entre ambos irá surgiendo a mesura que avancen por los mares del Pacífico Sur. Junto a ellos, el nazi de turno que no puede faltar en esta propuesta. El único miembro del barco capaz de tener peligro por sí mismo y que será clave en la película, más allá de intentar cortejar (sin éxito) a la protagonista femenina.
El asesinato indiscriminado por parte del mencionado nazi, de un grupo de pescadores varados en Auckland (Nueva Zelanda) será determinante para que el juego del gato y el ratón al que asistimos se convierta en una cuenta pendiente. De esta manera, el oficial británico buscará por todos los medios que el capitán Ehrlich pague por los hechos, pese a que el mencionado nazi actuara por cuenta propia en tan sanguinaria escena.
"El zorro de los océanos" es pura aventuras marinas que sigue los cánones del cine marítimo de esa época, y el cine en general ambientado en esas recónditas islas abandonadas de la mano de Dios. En su viaje hasta Valparaiso, que ocupa más del 75% de la película, Wayne y los suyos irán parando en algunas islas mientras con mucho ingenio despistas al acorazado británico que les persigue. Entre romance y romance y de isla en isla, se nos pasan las casi dos horas de película sin llegar a bostezar, pero con la sensación de que no hay genialidad alguna.
Porque la película dirigida por John Farrow ("Wake Island") se toma en serio su cometido de entretener y no ofrece mucho más de lo que la novela en la que se basa pueda llegar a contar. Una de esas novelas en las cuales se tragará más salitre en las páginas del libro que en una adaptación que cumple los mínimos sin excelencia. Wayne y Turner cumplen, cosa no del todo sencilla cuando el bueno de Duke ejerce el papel de oficial alemán. Él, el Cowboy por excelencia, haciendo de alemán. Pero si para entonces ya había hecho de Gengis Khan, pues ya cualquier cosa puede ser creíble.
La película mantiene la intriga pese a no ser una película de espionaje. Y el juego del gato y el ratón que nos abarca todo el metraje cuyo desenlace se puede intuir, no acaba de captar toda nuestra atención. No obstante, la película, al igual que el barco mercante que llega a Valparaiso, llegará a buen puerto. Es en esa escena de Valparaiso donde tenemos otro de los momentos clave de la película y que nos encaminará a su final. Por un lado, con los posibles líos de despachos en un país neutral de sudamérica. Por otro lado, con ese gato que está a la espera, al acecho, pero cuyas órdenes le llevarán al rio de la Plata a ir a cazar al Graff Spee (buque del que sabemos su desenlace en la interesantísima "La batalla del río de la Plata").
La obsesión de ese secundario oficial británico, no con mucho metraje pero que acaba siendo el villano de la película (por mucho que la misma se ensañe con el nazi de turno a quien odiar) llevará a una escena final. El tercer punto álgido y el Tour de force final, con un buque británico en plena tempestad junto a las costas de Noruega, intentando hundir al buque protagonista. Para entonces, tan cerca de su patria, el bueno de Wayne había guiado a su tripulación desde Sidney hasta Noruega. "The sea chase" nos habla de la persecución pero su título en España, "El zorro de los océanos" nos habla de las peripecias y andanzas de ese lobo de mar interpretado por Wayne, capaz de esconderse en la inmensidad de dos océanos de los enemigos británicos.
Queda, por lo tanto, un mero entretenimiento muy de los años 50 y vísperas de los 60. Una de aventuras marítimas con muy poco de bélica, pero con esa incesante búsqueda que nos intenta meter en la piel el peligro de quienes son proscritos y perseguidos. Que ese montón de chatarra de metal logre escabullirse en más de una ocasión del enemigo es, sin duda, el punto a favor de una película cuya historia de amor, quizás porque me pilló a buenas, no me chirría tanto como otras, pese a la sencillez de la época. "El zorro de los océanos" no será mítica, pero sí es un título interesante y entretenido dentro de la filmografía bélica de John Wayne.
Nota: 6
Lo Mejor: La escena final en las costas de Noruega con la tormenta. Y ese inseparable amor para la eternidad, perfectamente detallado en la escena final.
Lo Peor: Que esa persecución del gato y el ratón pasa por largos momentos donde no hay excesiva emoción en la trama.
La trama se inicia en Sidney, Australia, en los albores del inicio oficial de la II Guerra Mundial. Wayne interpreta al capitán Karl Ehrlich, alemán (que no nazi) que capitanea un buque mercante, una chatarra navegante, o eso parece, que está anclada en el puerto australiano. Con las amenazas de ser detenido por los británicos al estar a punto de dar inicio la guerra (Hitler ya ha invadido Polonia), e incluso las propias amenazas de unos alemanes que quieren destruir el buque antes de ser capturado por los británicos, Ehrlich toma la decisión de salvar su barco zarpando y surcando el Pacífico y el Atlántico con intención de llegar a casa, pese a que no comparte las ideas del III Reich.
La película muestra todas sus cartas desde el principio. En esa intro que nos sitúa, con un narrador que resulta ser el oficial británico encargado de darle caza, y con los principales personajes sobre la mesa. Exceptuando los secundarios de turno, el propio Ehrlich, una espía alemana que, como bien se ve venir, inicia la película odiando a Ehrlich pero el amor entre ambos irá surgiendo a mesura que avancen por los mares del Pacífico Sur. Junto a ellos, el nazi de turno que no puede faltar en esta propuesta. El único miembro del barco capaz de tener peligro por sí mismo y que será clave en la película, más allá de intentar cortejar (sin éxito) a la protagonista femenina.
El asesinato indiscriminado por parte del mencionado nazi, de un grupo de pescadores varados en Auckland (Nueva Zelanda) será determinante para que el juego del gato y el ratón al que asistimos se convierta en una cuenta pendiente. De esta manera, el oficial británico buscará por todos los medios que el capitán Ehrlich pague por los hechos, pese a que el mencionado nazi actuara por cuenta propia en tan sanguinaria escena.
"El zorro de los océanos" es pura aventuras marinas que sigue los cánones del cine marítimo de esa época, y el cine en general ambientado en esas recónditas islas abandonadas de la mano de Dios. En su viaje hasta Valparaiso, que ocupa más del 75% de la película, Wayne y los suyos irán parando en algunas islas mientras con mucho ingenio despistas al acorazado británico que les persigue. Entre romance y romance y de isla en isla, se nos pasan las casi dos horas de película sin llegar a bostezar, pero con la sensación de que no hay genialidad alguna.
Porque la película dirigida por John Farrow ("Wake Island") se toma en serio su cometido de entretener y no ofrece mucho más de lo que la novela en la que se basa pueda llegar a contar. Una de esas novelas en las cuales se tragará más salitre en las páginas del libro que en una adaptación que cumple los mínimos sin excelencia. Wayne y Turner cumplen, cosa no del todo sencilla cuando el bueno de Duke ejerce el papel de oficial alemán. Él, el Cowboy por excelencia, haciendo de alemán. Pero si para entonces ya había hecho de Gengis Khan, pues ya cualquier cosa puede ser creíble.
La película mantiene la intriga pese a no ser una película de espionaje. Y el juego del gato y el ratón que nos abarca todo el metraje cuyo desenlace se puede intuir, no acaba de captar toda nuestra atención. No obstante, la película, al igual que el barco mercante que llega a Valparaiso, llegará a buen puerto. Es en esa escena de Valparaiso donde tenemos otro de los momentos clave de la película y que nos encaminará a su final. Por un lado, con los posibles líos de despachos en un país neutral de sudamérica. Por otro lado, con ese gato que está a la espera, al acecho, pero cuyas órdenes le llevarán al rio de la Plata a ir a cazar al Graff Spee (buque del que sabemos su desenlace en la interesantísima "La batalla del río de la Plata").
La obsesión de ese secundario oficial británico, no con mucho metraje pero que acaba siendo el villano de la película (por mucho que la misma se ensañe con el nazi de turno a quien odiar) llevará a una escena final. El tercer punto álgido y el Tour de force final, con un buque británico en plena tempestad junto a las costas de Noruega, intentando hundir al buque protagonista. Para entonces, tan cerca de su patria, el bueno de Wayne había guiado a su tripulación desde Sidney hasta Noruega. "The sea chase" nos habla de la persecución pero su título en España, "El zorro de los océanos" nos habla de las peripecias y andanzas de ese lobo de mar interpretado por Wayne, capaz de esconderse en la inmensidad de dos océanos de los enemigos británicos.
Queda, por lo tanto, un mero entretenimiento muy de los años 50 y vísperas de los 60. Una de aventuras marítimas con muy poco de bélica, pero con esa incesante búsqueda que nos intenta meter en la piel el peligro de quienes son proscritos y perseguidos. Que ese montón de chatarra de metal logre escabullirse en más de una ocasión del enemigo es, sin duda, el punto a favor de una película cuya historia de amor, quizás porque me pilló a buenas, no me chirría tanto como otras, pese a la sencillez de la época. "El zorro de los océanos" no será mítica, pero sí es un título interesante y entretenido dentro de la filmografía bélica de John Wayne.
Nota: 6
Lo Mejor: La escena final en las costas de Noruega con la tormenta. Y ese inseparable amor para la eternidad, perfectamente detallado en la escena final.
Lo Peor: Que esa persecución del gato y el ratón pasa por largos momentos donde no hay excesiva emoción en la trama.
Comentarios
Publicar un comentario