Recién llegada a Netflix, "Una sombra en mi ojo" es un drama bélico danés, que vuelve a mostrar la eficacia y buen hacer del cine bélico europeo rodado en el SigloXXI. La película, basada en hechos reales, nos muestra el horror causado por un bombardeo aliado en Copenhague en los últimos meses de la IIGm Guerra Mundial.
La denominada Operación Cártago fue un bombardeo aliado sobre el Cuartel de la Gestapo en la capital danesa. Tal y como mostrará la película, la caída inesperada de un bombardeo sobre un colegio provocó que algunos aviones (los de la tercera oleada) equivocaran su objetivo y bombardearan indiscriminadamente el colegio, con numerosos niños dentro.
El resultado, espeluznante. Pues aunque la operación cumplió con su objetivo contra la Gestapo, en un ataque que se sabía que acabaría con la vida de varios prisioneros de la Resistencia danesa, propició una cantidad bestial de víctimas infantiles. El colegio con los niños se llevó la peor parte. Y "Una sombra en mi ojo" trata sobre ello.
Desde las primeras imágenes, la película dirigida por Ole Bornedal, director de la miniserie bélica "1964", deja claro con su reparto coral que dedicará su escasa hora y media a calentar motores, a irnos preparando para la tragedia. De ahí que se centre en un grupo de niños o en una de sus profesoras, la hermana Teresa. Pese a ello, es inevitable tratar los placeres carnales en una breve y fugaz historia de amor prohibida moralmente.
Pero la potencia visual que imprime Bornedal en su primer cuarto de hora deja al espectador k.o. A través de los ojos de los niños veremos el horror de la guerra. Ese taxi acribillado a balazos con tres mujeres dentro o ese colaborador de los nazis que recibe un balazo en la frente en plena calle nos ponen en situación de un mundo violento donde no existe la piedad. Donde Dios ha dejado de observar y ha "dejado caer el lápiz. Esas dos breves secuencias, unido al Tour de Force del bombardeo, son la nota bélica y sobresaliente de una producción que no mantiene ese ritmo en el resto de su engranaje.
Por el camino, lo mencionado, se centra en preparar el terreno para la desgracia conociendo diferentes personajes, entre ellos tres niños, y también los pilotos de avión que provocan ese "daño colateral" acribillando un taxi pensando que es un vehículo de la Gestapo. Ambos pilotos formarán parte, como no podía ser de otra manera, de ese raid sobre Copenhague durante la Operación Cártago que concluye de tan infame manera.
El drama civil con la guerra de fondo, con los colaboracionistas y los que odian al vecino invasor, centra sus esfuerzos ante la atents, tierna e inocente mirada de esos niños que parecen vivir ajenos a la guerra. O, al menos, que querrían vivir alejados de los horrores que sus mayotes parecen obligarles a visualizar. Ya lo dice la famosa frase que nos enseñaba "Platoon" en su cartel: "La primera víctima de la guerra es la inocencia".
Todas esas historias que parecen no guardar relación tendrán su punto común, su nexo de unión en ese bombardeo del 21 de marzo de 1945, cuando las bombas llovieron sobre varios edificios de la capital danesa. Es ahí donde el director echa el resto poniéndonos en tensión durante ese mal rato para, después, asistir a la desesperación del horror de la guerra, de los instantes siguientes a algo que ojalá no hubiese sucedido.
Me detengo en ese bombardeo, no tanto por como se recibe en tierra, donde quizás la falta de medios no lo llega a hacer del todo espectacular, sino por lo que sucede en el aire y, sobre todo, en ese montaje sensacional donde la Banda Sonora, hasta entonces muy sencilla, realiza una gran labor. En un ejercicio de tensión pura y dura, notamos la presión en el ambiente, que nos atrapa. No podremos apartar la mirada de esa sucesión de imágenes que sabemos que conducen al mismísimo horror. Lo palpamos en cada plano de los aviones y lo corroboramos en cada plano de los inocentes niños que acabarán intentando huir de la tragedia.
El tramo final tras esa brillante secuencia rodada con maestría, vuelve a coger el tono dramático para, en esta ocasión, lanzarnos de lleno al horror. Tocando la fibra, pues el hecho de ser niños los implicados nos hace doblarnos más hacia la desgracia. Lo hace sin moralina de ningún tipo, pues aunque la crítica mostrando los hechos está intrínsecamente ligada a lo que ven nuestros ojos (esa sombra) no se hace mención alguna ni contra los feroces invasores ni contra los daños colaterales aliados.
De lo que va la película es de esas vidas perdidas por el camino. Esas generaciones que crecerían con sombras en sus ojos, las que dejó en forma de secuelas un despiadado conflicto bélico que marcaría de por vida. Y unos hechos, como ese colegio destruido, hecho escombros, que es la razón de ser de estos 90 minutos de mal viaje por el infierno. Y eso que su director, pese a la dureza de alguna secuencia, no se regodea en la sangre y no llegamos a ver apenas niños muertos por el camino. Esa línea no se ha atrevido a pasarla, lo cual deja cierto regusto amable, a inocencia o incluso de esperanza, como ese happy end, en forma de alivio que nos regala antes de recordar en los créditos finales, a las vidas truncadas.
Nota: 6'5
Lo Mejor: La tensión en la escena del bombardeo, con un sensacional ritmo de montaje. Y las dos ejecuciones iniciales.
Lo Peor: Se centra mucho en la presentación de personajes en un drama coral, como mera excusa para que 'suframos' las consecuencias del bombardeo.
La denominada Operación Cártago fue un bombardeo aliado sobre el Cuartel de la Gestapo en la capital danesa. Tal y como mostrará la película, la caída inesperada de un bombardeo sobre un colegio provocó que algunos aviones (los de la tercera oleada) equivocaran su objetivo y bombardearan indiscriminadamente el colegio, con numerosos niños dentro.
El resultado, espeluznante. Pues aunque la operación cumplió con su objetivo contra la Gestapo, en un ataque que se sabía que acabaría con la vida de varios prisioneros de la Resistencia danesa, propició una cantidad bestial de víctimas infantiles. El colegio con los niños se llevó la peor parte. Y "Una sombra en mi ojo" trata sobre ello.
Desde las primeras imágenes, la película dirigida por Ole Bornedal, director de la miniserie bélica "1964", deja claro con su reparto coral que dedicará su escasa hora y media a calentar motores, a irnos preparando para la tragedia. De ahí que se centre en un grupo de niños o en una de sus profesoras, la hermana Teresa. Pese a ello, es inevitable tratar los placeres carnales en una breve y fugaz historia de amor prohibida moralmente.
Pero la potencia visual que imprime Bornedal en su primer cuarto de hora deja al espectador k.o. A través de los ojos de los niños veremos el horror de la guerra. Ese taxi acribillado a balazos con tres mujeres dentro o ese colaborador de los nazis que recibe un balazo en la frente en plena calle nos ponen en situación de un mundo violento donde no existe la piedad. Donde Dios ha dejado de observar y ha "dejado caer el lápiz. Esas dos breves secuencias, unido al Tour de Force del bombardeo, son la nota bélica y sobresaliente de una producción que no mantiene ese ritmo en el resto de su engranaje.
Por el camino, lo mencionado, se centra en preparar el terreno para la desgracia conociendo diferentes personajes, entre ellos tres niños, y también los pilotos de avión que provocan ese "daño colateral" acribillando un taxi pensando que es un vehículo de la Gestapo. Ambos pilotos formarán parte, como no podía ser de otra manera, de ese raid sobre Copenhague durante la Operación Cártago que concluye de tan infame manera.
El drama civil con la guerra de fondo, con los colaboracionistas y los que odian al vecino invasor, centra sus esfuerzos ante la atents, tierna e inocente mirada de esos niños que parecen vivir ajenos a la guerra. O, al menos, que querrían vivir alejados de los horrores que sus mayotes parecen obligarles a visualizar. Ya lo dice la famosa frase que nos enseñaba "Platoon" en su cartel: "La primera víctima de la guerra es la inocencia".
Todas esas historias que parecen no guardar relación tendrán su punto común, su nexo de unión en ese bombardeo del 21 de marzo de 1945, cuando las bombas llovieron sobre varios edificios de la capital danesa. Es ahí donde el director echa el resto poniéndonos en tensión durante ese mal rato para, después, asistir a la desesperación del horror de la guerra, de los instantes siguientes a algo que ojalá no hubiese sucedido.
El tramo final tras esa brillante secuencia rodada con maestría, vuelve a coger el tono dramático para, en esta ocasión, lanzarnos de lleno al horror. Tocando la fibra, pues el hecho de ser niños los implicados nos hace doblarnos más hacia la desgracia. Lo hace sin moralina de ningún tipo, pues aunque la crítica mostrando los hechos está intrínsecamente ligada a lo que ven nuestros ojos (esa sombra) no se hace mención alguna ni contra los feroces invasores ni contra los daños colaterales aliados.
De lo que va la película es de esas vidas perdidas por el camino. Esas generaciones que crecerían con sombras en sus ojos, las que dejó en forma de secuelas un despiadado conflicto bélico que marcaría de por vida. Y unos hechos, como ese colegio destruido, hecho escombros, que es la razón de ser de estos 90 minutos de mal viaje por el infierno. Y eso que su director, pese a la dureza de alguna secuencia, no se regodea en la sangre y no llegamos a ver apenas niños muertos por el camino. Esa línea no se ha atrevido a pasarla, lo cual deja cierto regusto amable, a inocencia o incluso de esperanza, como ese happy end, en forma de alivio que nos regala antes de recordar en los créditos finales, a las vidas truncadas.
Nota: 6'5
Lo Mejor: La tensión en la escena del bombardeo, con un sensacional ritmo de montaje. Y las dos ejecuciones iniciales.
Lo Peor: Se centra mucho en la presentación de personajes en un drama coral, como mera excusa para que 'suframos' las consecuencias del bombardeo.
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