Orgullo y pasión (Stanley Kramer, 1957)

El Plan Marshall ya era una realidad, y España estaba en el punto de mira de Hollywood cuando Stanley Kramer decidió algo que por otra parte era lógico: Rodar una película ambientada en España, en el propio país. "Orgullo y Pasión" es, la última película histórico-bélica sel año, y un guiño a la cultura española, así como el inicio de la buena relación cinematográfica entre España y USA.

La película fue rodada en diferentes parajes del país, incluyendo, como no podía ser de otra manera, Ávila, destino de nuestro grandísimo y estruendoso protagonista principal ("The gun", el cañón...) Que daba título a la novela de C.S.Forester en la que se basaba. Allí se montó un anexo a la famosa muralla para que este fuera destruido a cañonazos (explosivos) en la escena final de la superproducción. Antes, eso sí, había tocado rodar en otras provincias de Castilla y León, Toledo o Madrid. El río que van superando a ratos era el Tajo y en otros, el Miño, donde se rodaría la escena en la que atraviesan el río con el cañón.

El reparto fue estelar para el momennto. Un actorazo como Cary Grant, que encarnaba el rol del gentleman, del oficial británico encargado de una importante misión. Junto a él, la sensualidad de Sofía Loren dando el toque mediterráneo aa película, y Frank Sinatra como el guerrillero español más grande y prestigioso de la historia del cine, con permiso de otro cantante-actor como Manolo Escobar ("Los guerrilleros"). Se habla muy bien de la presencia de estas estrellas en España durante su estancia, lo cuál fue una noticia positiva. Kramer quedó encantado ante el buen hacer en general en el país, y ello unido a lo barato de rodar en España ayudaría a que Hollywood se instalara durante la siguiente década en España como centro de rodaje de numerosísimas superproducciones.

"Orgullo y pasión" no sería un éxito en taquilla, pero supuso la primera piedra en la estrecha colaboración del país con Hollywood. La película narra las hazañas bélicas de un grupo de guerrilleros españoles dispuestos a llevar un cañón a Ávila para liberar la ciudad del tirano invasor francés, en 1810, en plena Guerra de la Independencia española. Junto a ellos, un oficial británico que tiene el deber y la obligación de llevar dicha arma a Santander. El trato entre ambas partes está claro: Primero Ávila, y después Santander. Y como Grant está solo en eso, no le queda otra que aceptar o no tendrá ayuda en su labor.

A partir de ese momento la película es una sucesión de escenas con cierto toque épico, alguna ella inolvidable. Y, obviando la la parte francesa caricaturizada y ridiculizada hasta la saciedad poniendo el toque cómico innecesario a la película, la producción cumple los cánones del puro cine evasivo y aventurero. En cierto modo, estamos ante cine de misiones suicidas al estilo Los cañones de Navarone, pero rodado con anterioridad, donde el grupo protagonista deberá ir quemando etapas y pasando pruebas para llegar a esa amurallada prueba final.

Atravesar los rápidos de un río, al estilo de otro clásico como "Paso al noroeste" pero con el tanque a cuestas, subir una montaña para, posteriormente ("Oh, qué sorpresa!) darse cuenta de que no podrán bajar tan fácil, la voladura de un puente con el ejército francés sobre el mismo y, por último, esconder todo un cañón en una iglesia tuneándolo para la ocasión por Semana Santa. Ingenioso, fantabuloso y con el toque semanasantero necesario para hacer otro guiño a los tópicos españoles. Al menos se ahorran el toro, pero por el viaje tendremos un duelo a navajazos (otro detalle muy español) en unos molinos de viento, algún que otro cántico y baile y, para rematar, destacar que entre los extras se encontró un joven Adolfo Suárez.

Con todo esos ingredientes la producción cumplió con su cometido en cuanto a mostrar el país en el extranjero, con una trama un tanto olvidada dentro de las batallas napoleónicas, donde Waterloos y Austerlitzs dejaban a la pobre "Agustina de Aragón" y compañía lejos del primer plano hollywoodiense. Un directorazo como Stanley Kramer tuvo que venir a rescatar el conflicto para la gran pantalla y la superproducción, si bien no es de las mejores de su especie sí tiene el entretenimiento necesario para hacer un hueco en nuestra retina.

Un triángulo amoroso, tan típico y tópico como necesario en pos del estrellato y para que el viaje se digiera mejor, es el punto de unión de esos dos protagonistas principales, destinados a viajar juntos pese a no compartir ninguno de sus ideales ni formas de entender la vida. Kramer pone la cámara en pos de la historia que nos quiere contar y dedica el metraje justo (poco más de dos horas) para no llegar a saturar ni aburriral espectador. No hacía falta más para poner ese cañón en Ávila y tener a Grant en modo Agustina a cañonazo limpio con los franceses mientras los guerrilleros se lanzan a liberar Ávila.

Podemos poner muchos peros a la brillante idea de liberar una ciudad a plena luz del día con un ataque digno de las mismísimas cruzadas, con mujeres y casi hasta niños asaltando la amurallada Ávila ante la atónita mirada de unos franceses que debían estar en modo retiro vacacional (hasta tres compañías quedan diezmadas en el viaje, casi nada). Pero aceptaremos pulpo por el bien del espectáculo. Y aunque no pega mucho el ataque frontal con la guerra de guerrillas que se dispuso para acabar con el ocupador francés, no deja de ser el estruendoso clímax final de una más que entretenida propuesta de sábado por la tarde.

El final, además, tiene el toque melodramático necesario, con el triángulo amoroso roto, con el británico recogiendo el cuerpo del grandísimo y valeroso guerrillero caído, y llevándolo en volandas hacia la estatua de Santa Teresa, dentro del casco de la ciudad, tal y como había deseado el personaje interpretado por Sinatra. El plano final, con ese oficial liderando a los supervivientes camino de Santander tirando del cañón, recuerda que la lucha por la Independencia seguía en pie y tocaba no escatimar en esfuerzos y seguir la lucha.

Respecto al mensaje, destacar un par de apuntes que no deberían pasar desapercibidos. En primer lugar el constante comentario tocanarices del segundo oficial o el ayudante del papanatas de Comandante francés, que no se cansaría de repetir que los guerrilleros no desfallecen porque luchan por su tierra, "porque se la hemos ocupado", como si pareciera discutir claramente la política de expansión napoleónica. En segundo lugar, el constante mensaje de Sinatra durante la producción, luchando por y para el pueblo, con discursito en la plaza de un pueblo para pedirles no su sangre, sino "su sudor" para ayudarles con el cañón. Toda España arrima el hombro para llevar ese cañón a su destino, como arrimaron muchos porque esta película saliera adelante y mostrara que en España se podía rodar muy buen cine made in Hollywood.

El resultado de la película, lo dicho, entretenida, diría que buena. Quienes quieran verle pegas las encontrarán a su gusto porque no a todos les gustará que se toque 'su historía'. Pero como producto de ficción puro y duro, hay que aplaudir a Kramer y los suyos por hacernos pasar un rato agradable y recordar que Santa Teresa diceeeee que no quiere ser francesa, que quiere ser capitana de la tropa abulense.

Nota: 6'5

Lo Mejor: El viaje con el dichoso cañón, repleto de peligros y esa procesión de Semana Santa
Lo Peor: Las tácticas guerrilleras empleadas, un tanto alocadas en lo estratégico.














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