Una breve introducción que no tiene nada que ver con la película acaba llevando a dos hombres, uno de ellos un ex-estudiante, a acabar formando parte de los Rangers de Rogers. Se trata de un ejército que combate junto a los casacas rojas británicos pero formando una unidad aparte al mismo y un uniforme diferente. Destacar que dicho regimiento existió, combatiendo junto a los británicos en la Guerra de los Siete años, si bien acabaría años después formando parte del movimiento independentista, luchando contra el Ejército de la Reina a favor del que había combatido (algo parecido a Mel Gibson en "El patriota").
"Paso al noroeste" arranca de esta manera un tanto clásica, con personajes fáciles de reconocer si bien acabará centrándose en exclusiva a partir de ese momento en el héroe, Roger, interpretado por Spencer Tracy, así como en la Operación casi suicida que se inicia. Saldrán más de 200 hombres y volverán con vida poco más de cincuenta tras un largo viaje de ida y vuelta hacia un territorio enemigo donde asaltar un poblado indio, de unos indios tan salvajes por lo que cuentan que merecen ser diezmados, sin duda alguna.Y ahí me detengo para hablar de una de las cosas que más llama la atención de la propuesta. "Paso al noroeste" tiene un mensaje drásticamente anti-indio, xenófobo. Con Spencer Tracy diciendo auténticas atrocidades de su boca con una verborrea y una facilidad que cualquiera pudiera creer que no está actuando. Su Mayor Rogers tiene esa mirada contra lo salvaje que nos recuerda (16 años antes) a la de John Wayne en "Centauros del desierto". El realismo que le otorga a su personaje llega a poner los pelos de punta con un mensaje que envejece mal, pero que le da un tono distintivo a la película.
Tras este breve parón para analizar "El mensaje", vuelvo a la Operación en cuestión para hablar de una película de aventuras que generalmente se confunde con el Western. Tiene indios, sí, y las vestimentas de los protagonistas se alejan de las de un ejército regular pero, al mismo tiempo, se alejan de las del Far West. Los franceses apenas los vemos de pasada, no forman parte de la operación antinativa que parece más un acto de venganza que otra cosa. Por salir mal parados, salen mal parados hasta los mohicanos que, en apariencia, parten en la misión con ellos, hasta que Spencer Tracy les da patada a la primera que puede alegando que no están colaborando.La película tiene un trasfondo bélico por donde está ubicada históricamente, y el asalto militar al campamento enemigo es de notable para la época. La destrucción, el fuego, los enemigos muertos por doquier en el camino, sin duda alguna le dan un tono de epicidad necesario para una película cuyos mimbres son de alto standing. El color empleado, los paisajes naturales, un King Vidor acostumbrado a hacerlo todo a lo grande ("El gran desfile") y un Spencer Tracy en estado de gracia. Sin duda alguna, "Paso al noroeste" tiene muchos ingredientes que la hacen atractiva a los ojos de un espectador amante de los conflictos bélicos.
Pero, sobretodo, el punto a favor de la película es que estamos en 1940 y en todo momento el espectador parece estar asistiendo a "Objetivo:Birmania", una de las joyas del cine bélico de los 40. Una misión que tiene un riesgo extremo y que no consiste en ir a donde el enemigo y derrotarlo, si no posteriormente a poder salir huyendo de allí. La jungla, presente en la película de Raoul Walsh no es muy diferente a los paisajes boscosos y repletos de peligros que vemos en la película de Vidor. Sin duda alguna, toda la operación es interesante pese a que la misión en sí se despacha en diez minutos, igual que en la protagonizada por Errol Flynn.Por el camino tenemos escenas que merecen la pena ser recordadas, como la de los milicianos subiendo y bajando una colina con las canoas a hombros para poder seguir su viaje a través del río, o esa sigilosa manera de evitar el campamento francés con nocturnidad y alevosía. Pero, si toca quedarse con una imagen, es la de atravesar el río, ya sin barcazas, haciendo una cadena humana que proteja a los que sigan atravesando. Un momento de alta tensión y emoción rodado con buen espíritu aventurero.
En definitiva, ese espiritu aventurero se apodera de la pantalla, y por suerte para su mensaje, eclipsa las salvajadas anti-indias de las que hacía mención. Toda sucesión de escenas tienen su miga, su peligro a la vuelta de la esquina llegando al casi colofón de ese asalto perfectamente orquestado al campamento enemigo, donde había más de una cuenta pendiente puesto que no paran de soltarnos atrocidades perpetradas por esos indios. "Paso al noroeste" acierta de lleno en ser una película que sigue los cánones del cine de finales de los 30 sobre colonialismo, pero al mismo tiempo le dota de una vertiente made in Far West, y de un peligro basado más en el territorio que les rodea que en el enemigo en sí. Todo un acierto.Cuando el espectador cree que todo ha acabado o que todavía habrá más batallas a la altura de la que muestra la película, lo que tenemos es (como en "Objetivo:Birmania") un intento de huida para alcanzar de nuevo el campamento aliado, con ese fuerte maltrecho que parece hacerles creer que el viaje sigue. Esos despojos humanos, en otro momento personas saludables, con sus barbas sin afeitar, famélicos, tras haber estado largos días lejos de su hogar de peligro en peligro. El espíritu patriótico y militar queda patente en esa preciosa escena con Spencer Tracy, víctima de la locura, pidiendo que mantengan la compostura o incluso formen ante unos británicos que acabarán aplaudiéndoles.
Ese casi desfile militar dará paso a uno mucho más purista, con los ranges prosiguiendo su camino, esta vez expandiéndose de verdad al Noroeste, puesto que el título de la película no es si no el comienzo de una aventura, con la obra de Vidor centrada en el primero de los libros, cuya secuela (también con Spencer Tracy) estaba prevista, pero cierto emperador japonés metió a los USA en la guerra y Hollywood se olvidó de una secuela que tenía muy buena pinta si mantenía el nivel de la primera.Decía lo del desfile militar porque, en cierta manera, recorre el camino inverso de "El gran desfile" donde el jolgorio del desfile inicial dará paso posteriormente a ese desfile de vehículos rumbo al frente, rompiendo el amor del protagonista. Aquí los rangers pasan de ser despojos humanos a, una vez recuperadas fuerzas, estar dispuestos a seguir luchando uno junto a otro. Así es el espíritu ranger desde mediados del Siglo XVIII, y así nos lo muestra King Vidor.
Al final, la mezcla de la película resulta un tanto peculiar, con un espíritu de conquista que parece justificar la expansión al Oeste norteamericano, a la vez que alaba a la milicia norteamericana allá donde combatan. Ese tono épico, de luchar codo con codo por los compañeros, se mantiene intacto hasta nuestros días, un mensaje tan made in USA que no podemos obviar que parte del cine del Siglo pasado. El cine clásico ya admiraba, con la baba en la boca, a los "suyos", incluso con un director de la talla de King Vidor y una película de aventuras cuyo mensaje se separa del tono juerguista del Capitán Blood, la brigada lígera y otras epopeyas colonialistas.Nota: 7Lo Mejor: El largo viaje, lleno de peligros y el asalto al campamento
Lo Peor: Esa xenofobia que hace que la película pueda ser dilapidada si se ve con los ojos de hoy en día.
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