Master and commander: Al otro lado del mundo (Peter Weir, 2003)

La incursión de este mes sobre cine histórico-bélico sé que hará las delicias de no pocas personas. Por fin llega al blog la que fue considerada por los seguidores en twitter como la mejor película histórico-bélica en el Torneo que tuvo lugar el año pasado. Arrasó de principio a fin esta película de aventuras marinas con las guerras napoleónicas de por medio y basada en las novelas de Patrick O`Brian.

Peter Weir ("Gallipoli" o "El show de Truman") se embarcó en esta aventura tan costosa en lo económico como en toda su producción. No es fácil llevar a cabo con tal realismo una de hazañas marinas, uno de esos puntos que muchos directores tienen miedo a llevar a cabo. Weir podría haber naufragado y no lo hizo... pero por poco. La crítica y los premios avalaron su propuesta, no así la taquilla. El film costó la friolera de 150 millones de dólares (céntimo arriba/abajo) y recaudó en todo el mundo apenas 211. Un señor batacazo que propició que no se llevaran a cabo las secuelas, puesto que inicialmente tenía previsto ser una trilogía.

Es más, cabe destacar para quien haya visto la película que su final es un coitus interruptus en toda regla, que invita a pensar en un segunda parte sí o sí. El tiempo pasó y el batacazo en taquilla propició que no tuviéramos dicha aventura. No ayudó a la propuesta, sin duda, que ese mismo año otra cinta de aventuras marítimas sí asaltara la taquilla como es debido. Hablo de "Piratas del Caribe: La maldición de la perla negra", una sensacional película de aventuras palomiteras con un Johnny Depp en estado de gracia que ha derivado en un puñado de secuelas.

Pero volvamos a las aventuras de Jack el Afortunado, interpretado por Russell Crowe que por entonces era el actor de moda en Hollywood, y toda su tripulación donde cabe destacar a su amigo médico interpretado por Paul Bettamy. Un reparto perfectamente liderado por una cabeza visible y un secundario que dotan de profundidad a sus respectivos personajes. Ellos serán, con sus tiras y aflojas, quienes lideren la tropa y guíen al espectador a través de un viaje a las islas Galápagos.

Porque "Master and Commander" tiene su parte de película bélica, reflejada sobretodo en dos brillantes escenas de apertura y clausura. En la apertura en la niebla el Surprise (nombre del barco) descubrirá a su presa francesa, un buque mucho mejor dotado para la batalla y que hará estragos desde la lejanía. Impactantes imágenes de los cañones a distancia y los destrozos que provoca, en forma de astillas, en el Surprise.

La escena de clausura, por su parte, contiene momentos épicos en la encarnizada batalla a cañonazo limpio, como mandan los cánones del género, con "El hidalgo de los mares" como referente a la cabeza. Su posterior asalto ¡al abordaje! con síntomas piratiles hará las delicias del espectador. Todavía Weir y los guionistas se guardarán un as en la manga, en forma de ingenio, para dejar claro que el duelo de Jack el Afortunado debe ser con su homónimo francés, otro artista de los pies a la cabeza que merecía su película propia y mayor protagonismo. Algo que, quizás, podría haber tenido en sus secuelas.

Por el camino se menciona, como no podía ser de otro modo, al Almirante Nelson en alguna de esas escenas de camarote en la mesa de los oficiales. Pero, de esas partes de reposo entre escena y escena de acción en alta mar, destacar la grandiosa frase: "Por nuestras mujeres y amantes... porque nunca se conozcan". Genio y figura un Russell Crowe con el carisma suficiente para liderar el proyecto. Estaba en estado de gracia y eso se denota en cada fotograma.

En su poco más de dos horas, Peter Weir nos muestra la vida a boro en un buque de Su Majestad en aquella época de las guerras napoleónicas. Tenemos los clásicos gafes, que van ofreciéndonos como píldoras hasta el punto de que contemplamos el mobbing al que someten a un miembro de la tripulación tachándole en todo momento de gafe. Su fatal destino, culpa de todos los que le rodean, no es si no la única salida para una vida que toca entender por diferente. Los camarotes de oficiales con sus casi lujosas cenas contrastan con como se afincan el resto de la tripulación. Choca, al mismo tiempo, contemplar como muchos jóvenes, en algunos casos adolescentes, acompañan la travesía, alguno con galones.

Destacar todos sus aspectos técnicos más logrados como son la Fotografía, la Banda Sonora o el sonido. Excepcionales. Dos de esas categorías (Fotografía y Efectos Sonoros) fueron los dos premios Óscars que cosechó la película, que estuvo nominada a hasta 10 nominaciones incluyendo Película y Director. Se topó, eso sí, con "El retorno del rey", o lo que es lo mismo, la multiganadora de 11 Óscars, lo que propició que se quedara con menos de los que en otra gala hubiera podido merecer. No fue un buen año para una aventura así, pero lo que la disfruté (Y disfrutamos) en cines.

Junto a todo ello, una música clásica cuyos acordes inundan en más de una ocasión el film. Esa música que tocan los dos protagonistas principales en su intimidad y que acabarán dotando a la escena final de una melodía exquisita y un tono aventurero que esta película y las que deberían haberle seguido pedían merecidamente a gritos.

Eso sí, como todo film, tiene sus lagunas. En este caso las Islas Galápagos son ese alto en el camino que nos parará el ritmo. Los protagonistas cogen aire y, con ellos, el espectador. Pero por el camino ese vaivén acabará propiciando exceso de metraje en tierra que, dicho sea de paso, nos ofrece bellísimas imágenes de fauna. Con el descubrimiento de la teoría de la evolución mucho antes de que Darwin diera con ella (aunque ya nos explicarán el motivo por el cuál se pierden todas las pruebas) tenemos un largo rato de estar entretenidos a otros menesteres.

La película recuperará su ritmo trepidante y épico en su tramo final, pero eso no quita que pese a lo bello de las imágenes, a mí se me atragante ligeramente esa parte tan pausada en las islas. Es donde más conocemos al personaje de Paul Bettamy, que es un trozo de pan que todo el mundo querría en su tripulación, donde más vemos esos lazos de fraternidad entre los personajes principales... pero le falta algo de chispa.

"Master and Commander: Al otro lado del mundo" es, en definitiva, una notable producción épica que logra un realismo sobrecogedor en las escenas de combates marítimos. Una película tan necesaria como imprescindible, como lo fue en su momento "El hidalgo de los mares". Los nuevos tiempos y los efectos de hoy en día hacían viable una propuesta así y es una lástima que no tuviera continuidad. Larga vida a Jack el Afortunado y los suyos... donde quiera que se quedaran persiguiendo a su presa francesa.

Nota: 7,5

Lo Mejor: Las escenas marinas. En especial los combates y el ingenio de Jack.
Lo Peor: Las islas Galápagos, pese a su belleza. Por cortarnos el rollo.

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