Tras hablar el miércoles de las Mejores secuencias del cine bélico del cine clásico (antes de 1970), hoy hago lo propio con siete secuencias bélicas que me han marcado a lo largo del tiempo. Por supuesto que me comeré algunas memorables, pero es cuestión de gustos y me gustaría saber los vuestros. En @micinebelico podéis opinar sobre qué secuencia bélica os ha gustado más en los últimos tiempos.
La Cabalgata de las Valkirias (Apocalypse now)
La música de Wagner a todo trapo bien vale una entrada. Coppola la utilizó para esa pandilla de descerebrados que se hacían llamar el Séptimo de caballería y que, montados en helicópteros asaltaban una aldea vietnamita, arrasándola y matando a todo bicho viviente. Con el Coronel Kilgore (Robert Duvall) de maestro de ceremonias en unos minutos tremendos. Explosiones por todos lados, el aterrizaje, el suicida que hace volar un helicóptero o, una vez abajo, esa conversación sobre Charlie y el surf, y por supuesto el olor a Napalm por la mañana. Una ida de olla que tiene que estar entre las mejores del género sin discusión.
Asalto final (Tiempos de gloria)
Una misión suicida. Un Regimiento de heroícos soldados de la Unión, de raza negra, a las órdenes de un blanco (Matthew Broderick). Tras estar toda la película viendo crecer a estos hombres libres convertidos en soldados, les encomiendan una innecesaria salvajada de misión. A cañonazo limpio y disparo limpio son recibidos en el asalto a un fuerte que es prácticamente imposible conseguir. El asalto final, nocturno, pone la piel de gallina. Se trata de un final épico en su mayoría, un asalto rodado como Dios manda por Edward Zwick, pero al final del todo... un destino fatal, un final que impacta en el espectador como uno de esos cañonazos.
Batalla contra blindados soviéticos (Stalingrado)
Ya en la portada salía una imagen de esta batalla contra los blindados. Tras ser condenados a desactivar minas, nuestros protagonistas reciben una peligrosa misión que si ejecutan con maestría les conmutarán sus penas. Ahí se plantan, en medio de la llanura soviética, todo nevado, a esperar a los tanques soviéticos. Una batalla encarnizada donde vemos de todo, soldados saliendo en llamas, otros siendo aplastados cual cucarachas, por esos gigantes... y el frío, mucho frío, apoderándose de los soldados alemanes. Espectacular secuencia de un film europeo, alemán para ser exactos, rodado en 1993.
Omaha Beach (Salvar al soldado Ryan)
23 minutos. 23 minutos que reinventaron el género bélico. Puro gore, una salvajada desde el momento en que la barcaza abre sus puertas para mostrar la playa denominada en clave Omaha, en la Normandía de 1944. Las ametralladoras disparando a diestro y siniestro, hombres saltando por los laterales de la barcaza, hombres ahogándose a escasos metros de la costa debido a la carga que llevan encima, y las balas silbando, traspasando a cualquiera, y las minas, los obuses. Todo espectacularmente montado. Hombres con las tripas al aire. Spielberg, cinco años después de su obra maestra (La lista de Schindler) nos mostraba lo encarnizado de la guerra con un realismo nauseabundo por momentos. El cine bélico volvía a lo grande, y se hacía mayor.
En un pueblo de Francia (Salvar al soldado Ryan)
De Salvar al soldado Ryan no he podido escoger solo una secuencia. Es impensable no recordar también ese gran final. Un puñado de hombres defendiendo un puesto ante más de 50 enemigos alemanes y unos pocos tanques. Perfectamente orquestada la defensa ante un enemigo superior, poco a poco van muriendo no sin antes dejar a unos cuantos alemanes por el camino, e inutilizando los blindados... menos uno, ese que Tom Hanks hará volar a pistoletazo limpio (tiene truco) en su penúltimo aliento. La misión está cumplida, a pesar de que la decisión de quedarse ahí repercuta en la muerte de casi todo el pelotón que fue a salvar al soldado Ryan. Pero la película se cerraba como había comenzado, con una encarnizada batalla.
Bombardeo a Pearl Harbor (Pearl Harbor)
40 minutos, superando el metraje de Tora Tora Tora, dejaban al film de Michael Bay como un puro espectáculo bélico. Podemos poner en duda el resto de la historia, la trama o la innecesariedad de acabar con el bombardeo de Tokio, si bien servía para ver algo más de secuencias bélicas. Pero lo que es innegable es que a la hora del bombardeo, la espectacularidad y las palomitas son lo importante. Nos muestra, como hiciera el film de 1970, los diferentes puntos bélicos, incluyendo el hospital, y acabando con unas batallas aéreas con Affleck y Harnett derribando unos pocos Zeros japoneses.
Mogadiscio (Blackhawk derribado)
Ridley Scott y Jerry Bruckheimer (Productor) cogieron lo mejor de "Salvar al soldado Ryan", ese realismo en cuanto a amputaciones y sangre varias, y con unos efectos sonoros espectaculares recrearon la batalla que tuvo lugar en la capital de Somalia en 1993, con el ejército USA de por medio. Murieron menos de 20 americanos por unos 1000 somalíes, pero eso no quita espectacularidad alguna a una batalla que recorre unos 80-90 minutos del metraje. Toda la película es una batalla alargada, narrándonos los diferentes puntos de interés y respaldada por un jóven y sensacional reparto, con actores que en algunos casos ya conocían de primera mano el cine bélico. La BSO de Hans Zimmer colaboraba, también.
Aquí concluye esta segunda parte. Obviamente no me olvido de títulos como Cartas desde Iwo Jima o Hasta el último hombre, cuyas secuencias bélicas son impactantes y también de muy buena calidad. Pero ambas tienen la espectacularidad como punto de partida, algo en lo que "Salvar al soldado Ryan" o "Blackhawk derribado" se les adelantaron.
La Cabalgata de las Valkirias (Apocalypse now)
La música de Wagner a todo trapo bien vale una entrada. Coppola la utilizó para esa pandilla de descerebrados que se hacían llamar el Séptimo de caballería y que, montados en helicópteros asaltaban una aldea vietnamita, arrasándola y matando a todo bicho viviente. Con el Coronel Kilgore (Robert Duvall) de maestro de ceremonias en unos minutos tremendos. Explosiones por todos lados, el aterrizaje, el suicida que hace volar un helicóptero o, una vez abajo, esa conversación sobre Charlie y el surf, y por supuesto el olor a Napalm por la mañana. Una ida de olla que tiene que estar entre las mejores del género sin discusión.
Asalto final (Tiempos de gloria)
Una misión suicida. Un Regimiento de heroícos soldados de la Unión, de raza negra, a las órdenes de un blanco (Matthew Broderick). Tras estar toda la película viendo crecer a estos hombres libres convertidos en soldados, les encomiendan una innecesaria salvajada de misión. A cañonazo limpio y disparo limpio son recibidos en el asalto a un fuerte que es prácticamente imposible conseguir. El asalto final, nocturno, pone la piel de gallina. Se trata de un final épico en su mayoría, un asalto rodado como Dios manda por Edward Zwick, pero al final del todo... un destino fatal, un final que impacta en el espectador como uno de esos cañonazos.
Batalla contra blindados soviéticos (Stalingrado)
Ya en la portada salía una imagen de esta batalla contra los blindados. Tras ser condenados a desactivar minas, nuestros protagonistas reciben una peligrosa misión que si ejecutan con maestría les conmutarán sus penas. Ahí se plantan, en medio de la llanura soviética, todo nevado, a esperar a los tanques soviéticos. Una batalla encarnizada donde vemos de todo, soldados saliendo en llamas, otros siendo aplastados cual cucarachas, por esos gigantes... y el frío, mucho frío, apoderándose de los soldados alemanes. Espectacular secuencia de un film europeo, alemán para ser exactos, rodado en 1993.
Omaha Beach (Salvar al soldado Ryan)
23 minutos. 23 minutos que reinventaron el género bélico. Puro gore, una salvajada desde el momento en que la barcaza abre sus puertas para mostrar la playa denominada en clave Omaha, en la Normandía de 1944. Las ametralladoras disparando a diestro y siniestro, hombres saltando por los laterales de la barcaza, hombres ahogándose a escasos metros de la costa debido a la carga que llevan encima, y las balas silbando, traspasando a cualquiera, y las minas, los obuses. Todo espectacularmente montado. Hombres con las tripas al aire. Spielberg, cinco años después de su obra maestra (La lista de Schindler) nos mostraba lo encarnizado de la guerra con un realismo nauseabundo por momentos. El cine bélico volvía a lo grande, y se hacía mayor.
En un pueblo de Francia (Salvar al soldado Ryan)
De Salvar al soldado Ryan no he podido escoger solo una secuencia. Es impensable no recordar también ese gran final. Un puñado de hombres defendiendo un puesto ante más de 50 enemigos alemanes y unos pocos tanques. Perfectamente orquestada la defensa ante un enemigo superior, poco a poco van muriendo no sin antes dejar a unos cuantos alemanes por el camino, e inutilizando los blindados... menos uno, ese que Tom Hanks hará volar a pistoletazo limpio (tiene truco) en su penúltimo aliento. La misión está cumplida, a pesar de que la decisión de quedarse ahí repercuta en la muerte de casi todo el pelotón que fue a salvar al soldado Ryan. Pero la película se cerraba como había comenzado, con una encarnizada batalla.
Bombardeo a Pearl Harbor (Pearl Harbor)
40 minutos, superando el metraje de Tora Tora Tora, dejaban al film de Michael Bay como un puro espectáculo bélico. Podemos poner en duda el resto de la historia, la trama o la innecesariedad de acabar con el bombardeo de Tokio, si bien servía para ver algo más de secuencias bélicas. Pero lo que es innegable es que a la hora del bombardeo, la espectacularidad y las palomitas son lo importante. Nos muestra, como hiciera el film de 1970, los diferentes puntos bélicos, incluyendo el hospital, y acabando con unas batallas aéreas con Affleck y Harnett derribando unos pocos Zeros japoneses.
Mogadiscio (Blackhawk derribado)
Ridley Scott y Jerry Bruckheimer (Productor) cogieron lo mejor de "Salvar al soldado Ryan", ese realismo en cuanto a amputaciones y sangre varias, y con unos efectos sonoros espectaculares recrearon la batalla que tuvo lugar en la capital de Somalia en 1993, con el ejército USA de por medio. Murieron menos de 20 americanos por unos 1000 somalíes, pero eso no quita espectacularidad alguna a una batalla que recorre unos 80-90 minutos del metraje. Toda la película es una batalla alargada, narrándonos los diferentes puntos de interés y respaldada por un jóven y sensacional reparto, con actores que en algunos casos ya conocían de primera mano el cine bélico. La BSO de Hans Zimmer colaboraba, también.
Aquí concluye esta segunda parte. Obviamente no me olvido de títulos como Cartas desde Iwo Jima o Hasta el último hombre, cuyas secuencias bélicas son impactantes y también de muy buena calidad. Pero ambas tienen la espectacularidad como punto de partida, algo en lo que "Salvar al soldado Ryan" o "Blackhawk derribado" se les adelantaron.
Comentarios
Publicar un comentario