La duda sobre si debía o no hablar de ella quedó resuelta al poco de comenzar, cuando Alberto Vázquez y su equipo homenajean a Kubrick y su "Chaqueta metálica". Un inicio arrollador con el campo de instrucción previo al combate, con un recluta llamado 'gordi' y un Sargento de mala baba al estilo Lee Ermey.
A partir de ahí la película va tocando varios palos. El familiar, imprescindible para descubrir el lado oscuro de su otro personaje principal: azulín. Detrás de ese osito amoroso está una 'mala persona', despiadada, envidiosa, incapaz de gestionar su ira acumulada y al cuál la guerra le dará las herramientas para poder ser un asesino sanguinario y no ser condenado.No obstante, todos los flashbacks familiares resultan un paso atrás en una trama que avanza por otros derroteros. El primero de ellos el de una Guerra Santa, sin razón alguna, entre dos bandos disputándose un territorio. Podría ser cualquier película sobre guerras que hayan existido o existan, pero su director prefiere una fantasía estilo "El señor de los anillos" para alejarnos de una realidad sin duda muy presente a lo largo de la película.
No es casual la religiosidad presente e imperante en esos ositos, expulsados del Bosque mágico y que consideran suyo por ser los seres vivientes más evolucionados, a los que Dios creó a su imagen y semejanza. Unos seres que se creen con el derecho a que todo lo que vean a su paso sea suyo (¿Os va sonando?) y que no dudarán en matar y destruir para ello.El otro bando lo marcan esos unicornios, también en apariencia pacíficos pero que son atacados indiscriminadamente. ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? Es difícil discernir quién pueda tener razón ya que lo que nos propone la película es ver lo absurdo de toda guerra, donde un conflicto nace no se sabe cómo, pero sí con dos bandos que quieren y creen poseer la razón y la verdad.
La película tiene un ritmo vertiginoso que invita a la acción, con una tensión in crescendo en toda su primera parte que la hace atractiva. Es una lastima que en su tramo final los hechos se sucedan de una manera mucho más atropellada, como intentando resumir en 15 o 20 minutos algo que daba para mucho más. La batalla final merece la pena por cómo está narrada, pero lo que le rodea da la sensación de, por momentos, ir desencarrilada y sin frenos.Dentro de ese bosque con reminiscencias a Vietnam los combates cuchillo contra cuerno se suceden y dejan desmembrados (si no muertos) a todo tipo de bestias salvajes. Con todo teñido de rojo sangre, la guerra está presente en gran parte de la obra. El horror de la misma reflejado en dos hermanos tan contrarios entre sí: Quien ve que el conflicto es absurdo y quien lo ve como una manera de huir de su miserable vida impregnando de oscuridad todo lo que hay a su alrededor.
Azulín acaba siendo un personaje oscuro y despiadado. Un incomprendido a quien una familia desestructurada acaba empujando a matar. Incluso vemos una especie de "Star Wars" en su conversión final, cuando abraza definitivamente su lado oscuro, vencedor resultante de su constante lucha interior. Él es, a lo largo del metraje, quien mejor refleja la barbarie del ser humano, la envidia o la ira... Un personaje sediento de sangre, a poder ser de unicornio.Lo que pasa es que, por muy cercano que sea al ser humano, azulín desconoce la presencia de un ser más oscuro que él, que se alimenta de todo lo que encuentra a su paso. Es el siguiente paso en la evolución de la humanidad. Esos osos amorosos creían ser los enviados de Dios y que podían perpetrar cualquier atrocidad como les viniera en gana. Pobres ilusos ositos.
Nota: 7
Lo mejor: La guerra en su máxima expresión, con personajes cada cual más oscuro.
Lo peor: Tramos irregulares y flashbacks que pueden sacarte de la película.
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