Mañana, cuando la guerra termine... (Crítica de "Mientras dure la guerra")

Este año se cumplieron 80 años del final de la Guerra Civil española. Ha llovido mucho desde entonces pero, paradojas de la vida, aparece una película ambientada en los inicios de aquella sublevación militar del bando nacional para acabar con la República, bajo el título de "Mientras dure la guerra" y a uno le asalta la pregunta, ¿Aún estamos en ella?

Porque en vísperas del estreno no son pocos los que defendieron o acusaron a Amenábar de partidismo y de trucar la realidad amparándose en pálpitos más que en hechos. Porque sólo Unamuno, Millán Astray y los allí presentes sabrán a ciencia cierta qué pasó. Pero eso importa poco, puesto que la polémica ya estaba servida en la mesa, auspiciada por el partidismo (supuestamente republicano) del director nacido en Chile.

Partidismo y contar la historia dirigiendo una película. ¿Acaso no es esa una de las armas de la propaganda? ¿Acaso el comunismo no la empleó, y al mismo tiempo el fascismo, a su favor? Eisenstein o Riefenstahl, dos ejemplos de grandes directores de cine cuyas obras están salpicadas, dicen, por la época en la que fueron realizadas. Pero, lanzo la pregunta al aire, ¿Acaso en otra época no podrían haberse hecho si la fe de quien las dirigía invitaba a llevarla a cabo?

Del mismo modo que Unamuno lanza su discurso en el clímax del film, Amenábar lo hace con su cámara en todo momento. Con suaves retazos... realmente suaves, pero dejándolo caer todo. Lógicamente quien quiera ver su apuesta izquierdista y sea de derechas, acribillará al director... y quien no vea partidismo en la propuesta, también. Condenado como está condenada cualquier película española que tenga que ver con la Guerra Civil.

Porque sí, no lo neguemos. 80 años después hay mucho cine sobre la Guerra Civil pero ninguno acaba de convencer... y mucho menos a todos los españoles. La guerra sigue, a su manera, porque aún no se ha olvidado todo ese pasado y de vez en cuando (más veces de lo necesario) se instiga a despertar a fantasmas del pasado para justificarse en el discurso: Rojos y Nacionales, comunistas y fascistas, de izquierdas o de derechas.

Es esa pequeña escena, con Karra Elejalde (inmenso en su papel) como Unamuno y su joven amigo discutiendo sobre izquierdas y derechas, donde uno se tiene que dar cuenta de que lo que dicen y hablan, y la manera en que lo hacen, no sería muy diferente a una tasca de bar y al Siglo XXI. El discurso de echarse en cara ser de un bando o de otro sigue a la orden del día y mientras esos estigmas sigan ahí presentes esta guerra continuará innecesariamente.

Otro momento del film que cabe destacar es el del himno nacional. Fieles seguidores de Franco se disponen a entonar el himno, Millán Astray (Eduard Fernández) pide que si alguien sabe alguna letra, la cante. Al poco tiempo hay tres diferentes versiones del himno sonando al mismo tiempo. Hombres de derechas, afines al levantamiento militar... y con diferentes versiones sobre un mismo asunto. ¿No resulta curioso? El caso es que en una situación cercana a si los seguidores de Brian de Nazareth debían seguir la sandalia o la calabaza, se está viendo como en algo tan nímio, la libertad de expresión y los diferentes puntos de vista salen a la luz.

Unamuno lo dice en su discurso final bien claro. Como si Amenabar se disfrazara de Elejalde, se deja claro que él es un patriota, que por unas circunstancias u otras ha ido cambiando de opinión propia (que no de bando, pues él siempre ha sido español). Repudiado por los de izquierdas, machacado por los de derechas... si no dejas claro cuál es tu color, y te quedas en ese gris oscuro, acabas siendo atacado por todos los bandos. El gran problema español, en definitiva (y posiblemente de otros paises, no lo ocultemos) es que el no ser extremo en algunas valoraciones te deja en tierra de nadie.
La película va de españoles, de fieles y patrióticos españoles. Todos los protagonistas que salen en pantalla no reniegan en ningún momento de España, bien sea bajo la bandera republicana, bien bajo la "bicolor". De izquierdas o de derechas, se ve a diferentes personas bajo una misma bandera. Lo grave de todo es que aquella guerra entre hermanos, por tener opiniones políticas diferentes, continua latente en pleno Siglo XXI. La guerra no ha terminado y, mientras dure la guerra, discursos como el de Unamuno/Amenábar deben de ser tenidos en cuenta, gusten más o menos. Siempre y cuando (y de eso también va la película) se deje hablar a los intelectuales sin tener que mediar la fuerza bruta (y no hablo de bandos).

Para concluir mi crítica, no obviaré que más allá del mensaje de la película toca hablar de aspectos técnicos. Ambientada perfectamente y sin caer en la torpeza que (por culpa presupuestaria) han caído otras obras españolas ambiciosas, con una Dirección artística y un vestuario muy logrado. Y un reparto liderado por un Karra Elejalde que está espectacular (lástima que el Goya huela a Antonio Banderas, para nada injusto), y secundado por un Eduard Fernández que siempre cumple. Amenábar ha vuelto al cine rodado en español, con su obra más patriótica... destinada a atacar una guerra civil que aún está presente y es la gran mancha negra en la historia de España. Y eso, señores, ha agitado el avispero.

Nota: 7

Lo Mejor: Karra Elejalde, inmenso, y dos secuencias tan sencillas como claves para entender el mensaje.
Lo Peor: Que no se pueda hacer este tipo de cine sin que se hable de bandos y se critique antes de haber pagado la entrada.

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